Hace unos años, los medios se plantearon la idea de llegar a un acuerdo entre todos para silenciar en lo posible a ETA, relegándola a las páginas de sucesos y en letra pequeña, dada la evidencia de que lo que persigue la banda es publicidad. Pero se vio que se trata de un empeño imposible.
Por otro lado, conviene saber que ETA por sí misma no va a ninguna parte. Es el oxígeno que se le proporciona, consciente o inconscientemente, por interés, ignorancia o miedo, lo que le permite subsistir. Y hay que hablar de ETA para desenmascarar a quienes la ayudan a respirar. Va siendo hora de que quienes observan una exquisita equidistancia entre el dolor de los familiares de los etarras presos, que han de viajar lejos para visitarlos, y el dolor de las víctimas opten definitivamente por las últimas y cierren de una vez y para siempre las puertas de los templos a los etarras y sus seguidores. Deberían excomulgar a los etarras y a quienes no les condenen expresamente y sin subterfugios. Deberían los jesuitas explicarle a Arzallus que como no se sitúe exactamente de parte de ‘los otros’ en contra de ETA, emitirán un comunicado lamentando que haya sido uno de los suyos.
Deberían los obispos instar al PNV a situarse al lado del gobierno vasco en la lucha contra ETA, puede discrepar en todo lo demás. Mientras no sea así, la Iglesia vasca debería mostrarse abiertamente en contra del PNV. Hay que exigir las palabras y los hechos. Conviene tener en cuenta que la banda, mientras disponga de una mínima organización, seguirá matando. Nació para eso y no sabe hacer otra cosa. Todo lo que no sea perseguirla y asfixiarla es como echar gasolina al fuego. Los etarras y sus amigos siempre están tratando de crear resquicios por donde entre el aire que les permita respirar. Se les reconoce enseguida.
Por otro lado, conviene saber que ETA por sí misma no va a ninguna parte. Es el oxígeno que se le proporciona, consciente o inconscientemente, por interés, ignorancia o miedo, lo que le permite subsistir. Y hay que hablar de ETA para desenmascarar a quienes la ayudan a respirar. Va siendo hora de que quienes observan una exquisita equidistancia entre el dolor de los familiares de los etarras presos, que han de viajar lejos para visitarlos, y el dolor de las víctimas opten definitivamente por las últimas y cierren de una vez y para siempre las puertas de los templos a los etarras y sus seguidores. Deberían excomulgar a los etarras y a quienes no les condenen expresamente y sin subterfugios. Deberían los jesuitas explicarle a Arzallus que como no se sitúe exactamente de parte de ‘los otros’ en contra de ETA, emitirán un comunicado lamentando que haya sido uno de los suyos.
Deberían los obispos instar al PNV a situarse al lado del gobierno vasco en la lucha contra ETA, puede discrepar en todo lo demás. Mientras no sea así, la Iglesia vasca debería mostrarse abiertamente en contra del PNV. Hay que exigir las palabras y los hechos. Conviene tener en cuenta que la banda, mientras disponga de una mínima organización, seguirá matando. Nació para eso y no sabe hacer otra cosa. Todo lo que no sea perseguirla y asfixiarla es como echar gasolina al fuego. Los etarras y sus amigos siempre están tratando de crear resquicios por donde entre el aire que les permita respirar. Se les reconoce enseguida.
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