sábado, 29 de agosto de 2009

La OMS

En España, dado que la atención sanitaria alcanza a todos, la actitud ante cualquier tipo de epidemia o pandemia, en ciernes o ya declarada, debería ser de relativa calma. El sistema sanitario debería ser el punto de referencia y la ciudadanía debería limitarse a seguir sus instrucciones. Este modo de ver las cosas sería lo mejor para todos, puesto que permitiría un tratamiento eficiente, con el menor coste posible en todos aspectos.
Pero la OMS juega un juego extraño. No se entiende muy bien que lance a los cuatro vientos noticias sobre las amenazas que acechan nuestra salud. Más sensato sería que mandaran sus alertas, de modo privado, a los gobiernos, para que éstos adoptaran las medidas más convenientes. Al hacer públicos sus mensajes lo que genera es una alarma que en modo alguno puede contribuir a vencer la amenaza, puesto que rompe la disciplina.
En España hace crecer la hipocondría y con ello obliga a las autoridades sanitarias a actuar de modo distinto a como lo harían si tuvieran el control de la situación. En el caso actual, en el que se nos pretende asustar con la gripe A, no sólo han de prepararse para lo que puede venir, sino que han de dedicar grandes esfuerzos a calmar a la población. ¿Qué hará el gobierno cuando haya pasado todo con los millones de cajas de Tamiflu que van a sobrar? Tampoco resulta fácilmente aceptable que se pueda obligar a alguien a vacunarse contra la gripe A, habida cuenta que se trata de una vacuna nueva.
En otros países cuya cobertura sanitaria no sea como la española, los avisos de la OMS deben de sentar como una bomba. En aquellos sitios en donde no haya medicamentos, ni pañuelos de papel, ni agua corriente para lavarse las manos continuamente, es fácil que cunda el pánico y la desconfianza entre las personas. Pero a lo mejor la OMS consigue que se vendan muchos medicamentos.

No hay comentarios: