El ministro Corbacho ha arremetido contra los bancos y les ha acusado de ser los culpables de la crisis que padecemos. A estas alturas ya sabemos que los bancos y las cajas no observaron la prudencia con la que se desenvuelven ahora. Pero el ministerio de la Vivienda recomendaba comprar pisos cuando más caros estaban. Corbacho no ha dicho nada acerca de ese punto.
Corbacho echa la culpa de este desastre en el que estamos a los bancos, pero no hay ningún banquero en la cárcel y ni siquiera se les ha acusado de nada formalmente. Lo que significa que no han hecho nada ilegal y no habiéndose dado este caso las críticas sobran. Con su actitud, el señor ministro ha descubierto el pastel: el gobierno no sabe combatir la crisis. Si nuestros gobernantes fueran señores reconocerían públicamente esta realidad y pedirían ayuda al resto de las formaciones políticas; puesto que no lo son, buscan cabezas de turco. Atacar a la banca es un recurso fácil.
Los bancos son sociedades anónimas y su función es la de ganar dinero. Son los políticos quienes marcan las reglas que rigen los negocios y son los políticos quienes deben controlar que se cumplan esas reglas. A los bancos les pueden cuentas los accionistas; sus clientes pueden optar por cambiar de entidad; los particulares no tienen ningún derecho a pedirles cuentas a los bancos y quien crea que las cosas no son así, que pruebe a hacerlo. A quienes han de pedir cuentas, los ciudadanos, es a los políticos. Pero ningún político español ha dado la cara. Más culpa que los bancos tienen los ayuntamientos que han dado las licencias de obras. Más culpa que los bancos tienen las cajas de ahorros, que están vinculadas a los políticos. A ningún político de ningún partido le dio por pensar en lo catastrófico que resultaría para muchos ciudadanos que estallara esa burbuja inmobiliaria que estaban creando. Las afirmaciones de Corbacho son impropias de un ministro. Y del presidente que las ordena o consiente.
Corbacho echa la culpa de este desastre en el que estamos a los bancos, pero no hay ningún banquero en la cárcel y ni siquiera se les ha acusado de nada formalmente. Lo que significa que no han hecho nada ilegal y no habiéndose dado este caso las críticas sobran. Con su actitud, el señor ministro ha descubierto el pastel: el gobierno no sabe combatir la crisis. Si nuestros gobernantes fueran señores reconocerían públicamente esta realidad y pedirían ayuda al resto de las formaciones políticas; puesto que no lo son, buscan cabezas de turco. Atacar a la banca es un recurso fácil.
Los bancos son sociedades anónimas y su función es la de ganar dinero. Son los políticos quienes marcan las reglas que rigen los negocios y son los políticos quienes deben controlar que se cumplan esas reglas. A los bancos les pueden cuentas los accionistas; sus clientes pueden optar por cambiar de entidad; los particulares no tienen ningún derecho a pedirles cuentas a los bancos y quien crea que las cosas no son así, que pruebe a hacerlo. A quienes han de pedir cuentas, los ciudadanos, es a los políticos. Pero ningún político español ha dado la cara. Más culpa que los bancos tienen los ayuntamientos que han dado las licencias de obras. Más culpa que los bancos tienen las cajas de ahorros, que están vinculadas a los políticos. A ningún político de ningún partido le dio por pensar en lo catastrófico que resultaría para muchos ciudadanos que estallara esa burbuja inmobiliaria que estaban creando. Las afirmaciones de Corbacho son impropias de un ministro. Y del presidente que las ordena o consiente.
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