Cuando Barack Obama o Alan García, por ejemplo, pierdan las elecciones, lo que harán, sencillamente, será irse a su casa. En el caso se Hugo Chávez, las cosas son de otro modo. Si algún día pierde las elecciones, cosa que parece difícil a la vista del tinglado que se viene montando, lo más probable es que acabe, más o menos, como Mussolini.
Él sabe lo que se juega, de ahí que siempre esté con bravatas, amenazas, e insultos. Necesita marcar el territorio, hacer ver que está vigilante y mantener despiertos y en pie de guerra a sus partidarios. Con el dinero del petróleo venezolano, tiene vergonzosamente comprados y sometidos a algunos gobiernos de América del Sur. Otros gobernantes de la zona no se atreven a criticarle, por temor a las consecuencias.
Por otro lado, Chávez y los gobernantes de su cuerda tienen buen cuidado en desacreditar ante sus huestes adictas a esos países, como España, Estados Unidos o Colombia, susceptibles de ejercer alguna influencia en los suyos. Desde luego que a Chávez no le interesa una Colombia floreciente, de modo que utiliza todos los medios a su alcance para desestabilizar al gobierno colombiano, para dificultarle su labor. La cosa llega al extremo de que cuando los guerrilleros de las FARC se refugiaron en Ecuador, las tropas colombianas las persiguieron hasta allí, sabedoras de que no cabía esperar ninguna colaboración del gobierno ecuatoriano. Rafael Correa, el presidente de Ecuador, títere de Chávez, en lugar de avergonzarse por el hecho de que los terroristas se refugiaran en su país y ofrecer su colaboración en la lucha contra las FARC, amenazó al presidente de Colombia con declarar la guerra.
¿Qué ha ido a buscar Moratinos a Venezuela? Tal y como está la situación, no cabe esperar nada bueno del gobierno de Chávez, salvo que se apueste por él, que es el único modo de escapar a sus iras e infamias. Miguel Ángel Moratinos no puede hacer eso, aunque lo esté deseando, de modo que hay que catalogar el viaje como tremendamente inoportuno.
Él sabe lo que se juega, de ahí que siempre esté con bravatas, amenazas, e insultos. Necesita marcar el territorio, hacer ver que está vigilante y mantener despiertos y en pie de guerra a sus partidarios. Con el dinero del petróleo venezolano, tiene vergonzosamente comprados y sometidos a algunos gobiernos de América del Sur. Otros gobernantes de la zona no se atreven a criticarle, por temor a las consecuencias.
Por otro lado, Chávez y los gobernantes de su cuerda tienen buen cuidado en desacreditar ante sus huestes adictas a esos países, como España, Estados Unidos o Colombia, susceptibles de ejercer alguna influencia en los suyos. Desde luego que a Chávez no le interesa una Colombia floreciente, de modo que utiliza todos los medios a su alcance para desestabilizar al gobierno colombiano, para dificultarle su labor. La cosa llega al extremo de que cuando los guerrilleros de las FARC se refugiaron en Ecuador, las tropas colombianas las persiguieron hasta allí, sabedoras de que no cabía esperar ninguna colaboración del gobierno ecuatoriano. Rafael Correa, el presidente de Ecuador, títere de Chávez, en lugar de avergonzarse por el hecho de que los terroristas se refugiaran en su país y ofrecer su colaboración en la lucha contra las FARC, amenazó al presidente de Colombia con declarar la guerra.
¿Qué ha ido a buscar Moratinos a Venezuela? Tal y como está la situación, no cabe esperar nada bueno del gobierno de Chávez, salvo que se apueste por él, que es el único modo de escapar a sus iras e infamias. Miguel Ángel Moratinos no puede hacer eso, aunque lo esté deseando, de modo que hay que catalogar el viaje como tremendamente inoportuno.
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