Vivimos una época extremadamente difícil, con una tasa de paro muy elevada, y lo malo es que no hay esperanzas de que se reduzca en mucho tiempo. Además, el propio Celestino Corbacho viene anunciando que el número de parados aumentará en los próximos meses. Ante una situación así, sería conveniente que el ministro de Trabajo inspirara confianza.
Todo el mundo sabe que para inspirar confianza hay que comenzar reconociendo los propios errores. Pero no es el caso, nuestro ministro no reconoce ningún error. Quizá sea conveniente considerar la situación. Zapatero, más que un presidente de gobierno, está empeñado en ser un líder. O sea, pretende que la gente le siga, haga lo que haga. Si al principio mintió negando la crisis, es porque tenía que mentir. Si luego malgastó el dinero con la medida de los 400 euros, es porque lo tenía que hacer. Si dijo que nuestros bancos eran los mejores del mundo, es porque le pareció conveniente y a los demás no nos queda otra opción que aplaudir. Si siguiendo al líder caemos todos en un barranco, pues habrá valido la pena, porque seguir a Zapatero es un privilegio del que no somos conscientes del todo.
Y quizá sea por eso, porque no sabemos apreciar la suerte que tenemos que Corbacho se obligado a desviar las culpas a los bancos. Si antes convenía decir que eran los mejores del mundo, ahora son los culpables de la crisis. Ni el Banco de España, ni el ministerio de Economía tienen ninguna culpa. Si hay trabajadores en el paro, no es porque el gobierno no haya tomado las medidas adecuadas, es porque los empresarios los han despedido.
Los bancos son necesarios, aunque pueden obrar mejor o peor. Los empresarios son necesarios, pero sus actos pueden ser mejores o peores. El gobierno es necesario, pero si el presidente es Zapatero no hay que discutir nada de lo que haga.
Todo el mundo sabe que para inspirar confianza hay que comenzar reconociendo los propios errores. Pero no es el caso, nuestro ministro no reconoce ningún error. Quizá sea conveniente considerar la situación. Zapatero, más que un presidente de gobierno, está empeñado en ser un líder. O sea, pretende que la gente le siga, haga lo que haga. Si al principio mintió negando la crisis, es porque tenía que mentir. Si luego malgastó el dinero con la medida de los 400 euros, es porque lo tenía que hacer. Si dijo que nuestros bancos eran los mejores del mundo, es porque le pareció conveniente y a los demás no nos queda otra opción que aplaudir. Si siguiendo al líder caemos todos en un barranco, pues habrá valido la pena, porque seguir a Zapatero es un privilegio del que no somos conscientes del todo.
Y quizá sea por eso, porque no sabemos apreciar la suerte que tenemos que Corbacho se obligado a desviar las culpas a los bancos. Si antes convenía decir que eran los mejores del mundo, ahora son los culpables de la crisis. Ni el Banco de España, ni el ministerio de Economía tienen ninguna culpa. Si hay trabajadores en el paro, no es porque el gobierno no haya tomado las medidas adecuadas, es porque los empresarios los han despedido.
Los bancos son necesarios, aunque pueden obrar mejor o peor. Los empresarios son necesarios, pero sus actos pueden ser mejores o peores. El gobierno es necesario, pero si el presidente es Zapatero no hay que discutir nada de lo que haga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario