En el último de sus larguísimos artículos, Victoria Prego es más directa, Pedro J., que no ha leído ‘El dardo en la palabra’ (¿qué es eso de coaligados?), alega que ETA nunca ha atentado en Francia, y da su opinión sobre los motivos por los que no lo ha hecho. Pero la cuestión no parece muy difícil; hasta los etarras, en su obcecación, saben que no lograrían ningún apoyo en Francia.
En España tienen muchos cómplices, unos en mayor medida que otros, pero todos, unos junto a otros, constituyen una buena ayuda, que le ha permitido a ETA sobrevivir durante tanto tiempo. Vergüenza para todos los implicados, si la tuvieran. En primera fila de la ayuda a ETA, aunque involuntaria, cabría poner a todos esos gobernantes nuestros, que en un alarde de egoísmo, por el afán de ser ellos los vencedores de la banda y no sus competidores políticos, se ha prestado a negociar con los terroristas o han caído en las trampas de las treguas y lo con ello lo que han hecho es proporcionarles argumentos y tiempo.
De ETA no cabe esperar nada, es decir, nada bueno. Mientras disponga de una mínima organización intentará matar. Es impensable que los etarras reconozcan su maldad. A ellos no les queda otra opción que reafirmarse en su brutalidad, en buscar motivos para justificarse ante sí mismos. ¿Alguien piensa que el infame cristalero se va a arrepentir alguna vez de algo?
Últimamente, los etarras atentan contra la Guardia Civil, porque la ven desprotegida y porque creen que atentando contra ella pueden encontrar algún tipo de complicidad, que les faltaría si se cebaran en civiles. Esperemos que les salga el tiro por la culata y que Rubalcaba se vea forzado a dotar de mejores medidas de seguridad a la Benemérita. Y esperemos también que se acaben, de una vez por todas, los discursos ambiguos y las medias tintas. No es necesario dar tantas vueltas sobre las expectativas de los etarras, somos los demás quienes no los hemos de consentir.
En España tienen muchos cómplices, unos en mayor medida que otros, pero todos, unos junto a otros, constituyen una buena ayuda, que le ha permitido a ETA sobrevivir durante tanto tiempo. Vergüenza para todos los implicados, si la tuvieran. En primera fila de la ayuda a ETA, aunque involuntaria, cabría poner a todos esos gobernantes nuestros, que en un alarde de egoísmo, por el afán de ser ellos los vencedores de la banda y no sus competidores políticos, se ha prestado a negociar con los terroristas o han caído en las trampas de las treguas y lo con ello lo que han hecho es proporcionarles argumentos y tiempo.
De ETA no cabe esperar nada, es decir, nada bueno. Mientras disponga de una mínima organización intentará matar. Es impensable que los etarras reconozcan su maldad. A ellos no les queda otra opción que reafirmarse en su brutalidad, en buscar motivos para justificarse ante sí mismos. ¿Alguien piensa que el infame cristalero se va a arrepentir alguna vez de algo?
Últimamente, los etarras atentan contra la Guardia Civil, porque la ven desprotegida y porque creen que atentando contra ella pueden encontrar algún tipo de complicidad, que les faltaría si se cebaran en civiles. Esperemos que les salga el tiro por la culata y que Rubalcaba se vea forzado a dotar de mejores medidas de seguridad a la Benemérita. Y esperemos también que se acaben, de una vez por todas, los discursos ambiguos y las medias tintas. No es necesario dar tantas vueltas sobre las expectativas de los etarras, somos los demás quienes no los hemos de consentir.
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