Ha vuelto a ponerse de moda el caso del sujeto que, aquejado de hemorroides, se empeñó en ser atendido en euskera. Su nombre es Kepa Elortza Odriozola. Su actitud fue aplaudida por algunos. Es evidente que el nacionalismo atonta y no está nada claro que se cure viajando ni leyendo. Aunque debería. No en balde dijo Mario Vargas Llosa que es una plaga incurable.
La doctrina nacionalista se acabará algún día, pero será cuando ya no quede ninguno de los que la profesan. Es imposible que un organismo pueda sufrir indefinidamente una infección. La humanidad, si quiere sobrevivir, ha de erradicar esta plaga.
Teóricamente, al menos, los etarras saben euskera. De modo que este sujeto con almorranas, Kepa Elortza Odriozola, hubiera preferido que le atendiera un etarra antes que un bendito que sólo supiera castellano. Podría decirse que los nacionalismos no sólo atontan, sino que también conducen al mal. Habría que explicarle esto a Enric Juliana.
A mí me parecería muy bien que se unieran Francia y España, para formar un solo país. No hablo de España y Portugal para no despertar viejos recelos. La unión de Francia y España, tal y como se unieron las dos Alemanias hace poco, sería, a muy corto plazo, beneficiosa para ambos países. Y que cada cual hable y estudie la lengua que quiera, hasta que se imponga una de las dos, en el caso de que ocurra esto. Y si la unión de España y Francia sería buena, la de la Unión Europea sería mejor. Si no se ha llevado a cabo aún, es por culpa de los nacionalismos. Los primeros que se resienten son los bolsillos de los ciudadanos. Cegados por la nefasta doctrina, hacen elecciones que les perjudican.
Pero en el caso de que el tal Kepa Elortza Odriozola se vea aquejado por algo que le cause dolor o ponga en peligro su salud, veremos dónde queda su chulería.
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