Contrata la ETA , o alguien que le hace el juego a ETA, a cinco (creo que eran cinco, pero es que ni siquiera me fijé) mequetrefes, les paga un buen dinero, y luego éstos emiten un comunicado que leerán sus madres, porque yo no pienso hacerlo y poco después tres encapuchados, que se presentan como etarras, nos perdonan la vida: dicen que ya no van a matar más.
Bueno, no matarán más si nos portamos bien. Pero a lo mejor lo que ocurre es otra cosa. Piensan que el PP puede ganar las elecciones y alguien de este partido ha dicho que si ganan ellos ilegalizarán a Bildu.
La ilegalización de este infame partido supondría un gran paso atrás para todos los admiradores de la banda, de modo que hacen como que se van, para quitar argumentos a quienes tienen esa pretensión que no les conviene, pero se quedan por si en algún momento consideran que es conveniente volver.
En democracia, la cuestión está clara. Hay unas reglas de juego, y hay policías y jueces para velar que se cumplan. Y todo lo que no sea eso se convierte en discriminación con quienes sufren condenas de cárcel y en ofensa para quienes son víctimas de algún delito.
Los de la capucha pueden montar un numerito, pero yo no voy a verlo ni aunque me paguen por asistir. Yo creeré que se ha acabado la banda ETA cuando lo anuncie el jefe de la policía española. Lo que digan unos delincuentes que además van encapuchados, interesará a quienes gusten de comulgar con ruedas de molino, siempre que les administre la comunión su cura favorito.
Y ahora viene Carter, al que le gusta mucho instar (habría que averiguar los motivos) e insta al gobierno español a no sé qué chorrada, y yo, con el mismo derecho con que se dirige al gobierno de España, le insto a él a que dé el dinero que le pagado ETA, o la entidad que le hace el juego a ETA, a la Fundación de las Víctimas del Terrorismo.
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