¿Qué hacer con el llamado Miguel Carcaño? No sólo ha matado a Marta del Castillo, según su propia confesión, sino que además se ha burlado de la policía y de los jueces, en el intento de estos por encontrar el cadáver, dando pistas falsas cambiando periódicamente su versión de los hechos.
Reinserción, dirá Caamaño. La política penitenciaria española ha de estar orientada a la reinserción.
Estas cosas pasan en España. El coste de la búsqueda del cadáver se ha cuantificado en 600 000 euros, que no cabe esperar que pague nadie, aunque se van a reclamar en el juicio.
No hubiera pasado lo mismo si Carcaño y sus cómplices se enfrentaran a la pena de cadena perpetua y pudieran obtener beneficios por colaborar con la justicia.
Hay quien teniéndolo todo en contra en la vida, opta por la bondad. Y pone sus esfuerzos en este fin. Y también los hay que teniéndolo todo a favor, optan por el mal.
A quienes hay que reinsertar es a quienes buscan trabajo y no encuentran, a quienes han caído en la delincuencia por falta de formación, o porque se han rendido al no encontrar jamás un brazo en el que apoyarse. Pero hay otros cuya recuperación moral es francamente difícil, por no decir que imposible.
En el caso de Miguel Carcaño cabe destacar la rapidez con que encontró cómplices para su brutal crimen, lo cual lleva a la deducción que todos eran delincuentes habituales, que conocen todas las artimañas y que saben como despistar a la policía. De donde se deduce también que si tienen tanto empeño en ocultar el cadáver ha de ser por algún motivo grave. Porque si la hubiera matado con el cenicero, como alega, y no le hubieran hecho nada más, ni se hubieran molestado en moverla del sitio.
De este caso queda la evidencia de que la policía y los jueces no disponen de los mecanismos necesarios para combatir determinados crímenes y que la denominada orientación de las penas a la reinserción es una bicoca para los peores criminales.
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