Lo que ha escrito con motivo de la fiesta del 9 de Octubre es lo siguiente: “Por eso, es nuestro deber cuidar que cada euro que se gaste o se invierta sea siempre en beneficio de los ciudadanos, de su empleo y de su bienestar. “
Fácil es vaticinar que lo dice para que nos lo creamos. Es decir, lo que pretende es que creamos que todo el dinero que derrocha en inutilidades está bien gastado. Podría explicar, por ejemplo, por qué hay dinero para la televisión si no lo hay para hospitales.
Cabría recordarle que con dinero de los contribuyentes se financia la Academia Valenciana de la Lengua, la academia más cara y más inútil del mundo. Esa academia se hizo por imperativo de Pujol, puesto que Aznar precisaba sus votos, pero ahora ya no están ni Pujol ni Aznar. Suprimirla daría un gran respiro a las arcas valencianas, aunque serviría también para que la oposición pusiera el grito en el cielo, pues la experiencia dice que lo único en lo que pone empeño es en obligarnos a los valencianos a hablar en catalán. A Fabra, como antes a Camps, le conviene tenerla entretenida en ese menester, aunque para ello tenga mucho dinero de los impuestos.
También se va el dinero a chorros en otros organismos inservibles, como son el Consejo Jurídico Consultivo, el Sindic de Greuges, o el Consejo Valenciano de Cultura. Fabra puede prescindir perfectamente de todos, cosa que de llevarse a cabo conllevaría que quienes ostentan los cargos se cabreasen mucho, pero por otro lado el gobierno valenciano se encontraría con ingentes cantidades de dinero en caja y podría pagar a los proveedores, cosa que podría hacer que disminuyese el paro, puesto que esas pequeñas empresas que quieren cobrar podrían volver a contratar trabajadores.
No creo a Fabra porque es más fácil decir que hacer.
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