Pues ya tenemos a Pepiño como presunto. Como Camps, que también lo es. Aunque Camps ahora, según cuentan, se pasa la vida de charleta con el arzobispo (¿también lo querrá “un huevo”? ¿le llamará éste “el curita”?). No debe de apretarlo de cuentas el arzobispo, se conoce que no considera pecado la incompetencia, a resultas de la cual las arcas de la Generalidad están vacías.
Camps es presunto, por ahora nada más que presunto, en el caso por el que ha dimitido, y es posible que en el juicio sea absuelto, pero como político los números y los hechos cantan. El fracaso es rotundo.
Ha dicho Rubalcaba que “entre Blanco y el empresario, no le quepa ninguna duda, la verdad la dice Blanco”. Entre Blanco y el empresario, ha dicho, o sea que si fuera entre Blanco y otro, la verdad podría ser otra. Curiosa manera de hablar la de Rubalcaba, que también está seguro de que el PP hará recortes. Rubalcaba está seguro de muchas cosas, se conoce que también en lo del Faisán. ¿Habrá que creer siempre a Rubalcaba? Lo que no dice es que si se habla de recortes es porque la situación es catastrófica, y Blanco y él han contribuido a que lo sea. Al menos, más que la mayoría de la población.
Dado que la justicia en España no es independiente, no me preocupa demasiado lo que pueda ocurrir con el caso Faisán o con el caso Dorribo, toda vez que ya tenemos a Bildu ahí. Metiéndonos el dedo en el ojo.
Lo que me preocupa es la clase de gente que logra encaramarse a los más altos puestos de la política nacional. Y dado que tenemos un sistema político al que llaman democrático y no lo es, lo que me parece necesario y urgente es cambiarlo.
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