Yo
sé que no sé nada. Sócrates sabía lo suficiente como para darse
cuenta de que lo que sabía no era nada en relación con lo que le
faltaba por saber. Yo ni eso. Alfonso Guerra, en cambio, sabe que la
derecha es mala. De ahí no le saca nadie, da la impresión de que es
su modus vivendi.
De
modo que para Alfonso Guerra todos los que han optado por las ideas
de la derecha, sea cual sea su historia personal, y hagan lo que
hagan en sus vidas cotidianas, son malos.
Pero
no debe preocuparse Alfonso Guerra, no es una rara avis (este es el
segundo latinajo, pero es que al personaje le gusta mucho el latín;
a otros les da por escribirlo todo en catalán, no sé si son manías
equiparables), son muchos los que piensan como él.
Alguien,
sea cual sea su historia personal, que tenga su vida dedicada a hacer
el, y aunque se sacrifique muy a menudo, si opta por la derecha,
según Alfonso Guerra, es mala persona.
Hay
que hacer un inciso en este punto para advertir que todo lo anterior
es de modo oficial. De modo extraoficial, Alfonso Guerra puede
volcarse con uno de derechas, hasta el punto de dejarlo perplejo. La
cara y la cruz.
En
las últimas horas ha salido a la palestra de nuevo para afirmar que
es xenófobo decir que España roba a Cataluña. Evidentemente, este
hombre tan dado a los excesos ha estado comedido. A veces ocurren
estas cosas. Se instala un pensamiento como políticamente correcto y
cualquier cosa que se diga en su contra se ve como una agresión.
Aunque ese pensamiento políticamente correcto sea en sí mismo una
agresión y una mentira. Pero Alfonso Guerra ha culpado a la derecha,
no a los nacionalistas. El pobre, dado que no puede escapar de su
personaje, no puede hacer otra cosa.
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