sábado, 27 de octubre de 2012

Es tan fácil criticar a Amancio Ortega...

Del mismo modo que quienes se empeñan en disculpar a Fidel Castro o Hugo Chávez, por citar a dos personajes nefastos elegidos de entre un amplio elenco, saben encontrar motivos para justificar sus desmanes, no reviste ninguna dificultad, para quienes lo desean, criticar al hombre más rico de España, aunque la causa sea un donativo de 20 millones de euros a Cáritas.
Una de las cosas por las que se le critica es que porque dicen que tiene fábricas en países en los que la explotación laboral es un hecho. Se olvidan quienes critican este hecho ciertamente reprobable, en el caso de que sea cierto, de que grandes multitudes compran los productos fabricados en esos países, y a éstas no se les ocurre criticarlas. La cuestión es la siguiente: si nadie comprara productos procedentes de países en los que los trabajadores no tienen derechos ni seguridad social ni Amancio Ortega, ni ningún otro empresario instalarían sus factorías en ellos. Si los países democráticos impusieran sus condiciones para permitir la entrada de productos en ellos tampoco podría hacerse. Así que no queda más remedio que entender que vivimos en el reino de la hipocresía, en el que se puede criticar el salvajismo de las corridas de toros mientras se zampa una langosta cocida viva, una dorada pescada con caña, o se unta el pan con foie gras. Se critican ciertas cosas, pero no se hace nada para evitar que ocurran.
Ignoro, por otra parte, en el caso de que sea cierto que tiene fábricas en esos lugares, si lo hace por codicia u obligado por la competencia.
En cualquier caso el donativo es un gesto maravilloso. Hay mucha gente desesperada, porque no tiene salida. La clase política, que es la que tiene la sartén por el mango, va a la suya, que, en resumidas cuentas, viene a consistir en delimitar el campo de lo políticamente correcto. Eso, mientras la gente se muere de hambre o se suicida.
Gracias a Amancio Ortega habrá un poco menos de hambre.



1 comentario:

Jesús dijo...

Ciertamente Amancio Ortega puede ser una bellisima persona, pero lo que representa no.
Su imperio se basa en la explotación de los trabajadores, primero españoles, no cumpliendo con las leyes laborales, que si cumplian su competencia ya arruinada. Y ahora en el tercer mundo. No tadas las formas de hacerse rico valen.