Según
una encuesta que publica hoy el diario El País, el PP de la
Comunidad Valenciana, está en caída libre en la intención de voto
de los electores. No obstante, la empresa autora del sondeo ha hecho
algunas salvedades dignas de tener en cuenta. Con todo, lo realmente
importante es la situación a la que se ve abocado el PP valenciano y
que ya se veía venir hace tiempo.
No
parece que este partido tenga capacidad de respuesta. Su líder,
Alberto Fabra, se enroca en lo que particularmente le ha ido bien en
su carrera política. Es decir, elige acompañantes que no le llevan
la contraria. Es decir, Castellano, Bellver, Cotino, etc. El
problema es que en este caso no se trata de su carrera política,
sino de la de su partido. Pero no se le ve capaz de salir del camino
trillado, más bien da la impresión de que le daría vértigo si se
saliera de la senda. En estas circunstancias, si pensara en su
partido y no en él, se iría a casa.
La
suerte que tiene el PP valenciano es la oposición no es muy boyante.
Tengo la sospecha de que los socialistas valencianos que ostentan el
poder en el partido cierran el paso a todos los militantes de valía,
para salvaguardar sus prebendas. Por otro lado, su líder actual
tiene un techo, dado que se le vincula al pancatalanismo. El techo
del anterior líder venía dado por su escasa talla política. Otro
de sus problemas mayúsculos consiste en que a pesar del declive del
PP, según la encuesta, no podría gobernar en solitario, sino que
debería coligarse con Compromís y EU, cosa que puede asustar a
muchos de sus electores.
Mención
aparte merece UPyD, que sacaría seis escaños, cosa que a ellos,
acostumbrados a caminar por el desierto les parece de perlas, pero
que, a la vista de que es el único partido que mantiene una actitud
firme y coherente frente a Eta, resulta injusto que saque tan pocos.
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