En
casa tengo muchas cosas hechas en Cataluña y presumiblemente seguiré
comprando más. Me gusta la idea de que con mis compras contribuyo al
bienestar de los catalanes. Obviamente, y en principio, me desagrada
la idea del boicot.
Ahora
bien, la sospecha de que los empresarios catalanes utilicen parte de
los beneficios que le proporciono para financiar a ciertos políticos
henchidos de egoísmo y con el tornillo suelto no me deja tranquilo.
Sería conveniente, por tanto, que los empresarios catalanes
expresaran con toda claridad cual es su postura con respecto a
ciertos personajes.
Suponiendo,
por ejemplo, que todo el mundo cancelase las cuentas que mantiene con
las entidades financieras catalanas y depositase su dinero en los
bancos que intervenidos por el gobierno, éstos resolverían de
inmediato sus problemas y ya no necesitarían el rescate.
El
problema se trasladaría a las entidades catalanas, como se puede
suponer, y habría que rescatarlas. Seguiríamos teniendo el mismo
problema, eso cierto, pero también es verdad que a partir de ese
momento ya no tendríamos que soportar esa frase tan insultante que
es “Espanya ens roba”.
¡Ah!,
nos tratan de ladrones y nosotros aquí, tranquilos, como si no nos
afectara. Sin pedir explicaciones y sin exigir una rectificación. Y
venga ingresar dinero en La Caixa, o comprar vino del Penedés.
Recuerdo que Lola Flores presumía de sus medias de Sabadell.
En
Cataluña hay un organismo, que probablemente está subvencionado por
la Generalidad, que exhorta a los catalanes a comprar sólo productos
catalanes; o sea, que boicotea a los productos del resto de España.
Creo que incluso han conseguido que los productos catalanes lleven un
número identificativo en la etiqueta, para que les resulte más
fácil distinguirlos de los demás.
Todas
estas cosas requieren explicación. Los empresarios catalanes no
deben pretender hacer negocio en el resto de España si gozan de
ventajas en Cataluña.
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