sábado, 13 de octubre de 2012

La UE, Nobel de la Paz

Es una buena noticia, después de todo, que el Nobel de la Paz se le haya concedido a la UE, que anda necesitada de estímulos últimamente, pero que constituye la última esperanza para salvaguardar el Estado del Bienestar, amenazado por el recrudecimiento de los nacionalismos, siempre egoístas, porque no pueden ser de otro modo.
Noruega no forma parte de la UE , cosa que puede parecer anecdótica. Hay que tener en cuenta que la UE es más un proyecto y una necesidad que una realidad palpable. Ya se ha visto que en cuanto las cosas se han torcido un poco han aflorado los nacionalismos de los países miembros. Puede afirmarse, casi con toda seguridad, que en cuanto la UE camine por senderos seguros y fiables Noruega, junto con otras naciones, solicitará formar parte de ella.
El caso de España no es igual que el de Noruega. Debido al aislamiento en el que hasta el momento nos encontrábamos, entrar en la UE suponía el reingreso, con todos los honores, en la comunidad internacional. La lástima fue que no negociara nuestra entrada Adolfo Suárez, sino que lo hiciera Felipe González, menos enterizo y lastrado por los favores que les debía a los socialdemócratas alemanes.
Por el momento, la UE es una amalgama de naciones, en la que cada una de ellas trata de defender sus ventajas y privilegios, y a las que les ha pillado la crisis en mejor situación que las demás tienen la responsabilidad de solucionar el problema; sin embargo, las estructuras internas de la propia UE y de las naciones que la componen, suponen un lastre muy pesado.
Si se pudiera gobernar para toda la UE, en lugar de que cada país tenga su propia política, todo sería más fácil. Pero ya se ve que los nacionalismos son los palos en las ruedas de la historia.
Este premio Nobel debería servir para que nos demos cuenta de que nos jugamos el Estado del Bienestar y que para salvarlo es imprescindible la UE.

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