viernes, 9 de noviembre de 2012

Cola en las farmacias valencianas

Las farmacias valencianas están de huelga, puesto que llevan un retraso intolerable en los cobros. La Generalidad no les paga desde hace mucho y como consecuencia muchos farmacéuticos se han visto obligados a arriesgar sus patrimonios personales para poder seguir abriendo. La huelga consiste en que cada farmacia abre un día de cada tres. Pero además de esto, hay otro problema más grave y es que ya abundan las farmacias que no pueden reponer los medicamentos que venden, porque no los pueden pagar. Los patrimonios de los farmacéuticos también son finitos. Ante esa tesitura, cuando se presenta alguien con la receta de un medicamento del que se carece, el personal de la farmacia remite al cliente a un hospital, que es lo más razonable.
A la Generalidad, que la culpable del caos, porque se ha gastado el dinero en cosas que no debía y ahora no tiene para atender lo fundamental, esta medida lógica no le parece bien. La solución que propone el gobierno valenciano sonroja por la humillación que supone para el contribuyente. Ellos, los gobernantes, pueden comer mariscadas a costa del erario público, viajar en coche oficial, hablar por el móvil, o jugar con la iPad que nos han obligado a pagarles. Un contribuyente que necesite un medicamento de forma imperiosa, según lo que pretende el gobierno valenciano, ha de llamar a un número de teléfono todas las veces que haga falta hasta que se lo cojan. Cuando lo consiga, le dirán en qué farmacia puede encontrar el medicamento que necesita, y esa farmacia puede estar en el lugar más alejado del que se encuentra.
Ese es el respeto que tienen los políticos valencianos por quienes les pagan el sueldo, y los caprichos.
No cabe ninguna esperanza, es imposible que se avergüencen de haber hecho eso. Como decía aquel torero, hay cosas que no pueden ser y además son imposibles.

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