domingo, 11 de noviembre de 2012

El asunto de los desahucios

Los suicidios habidos últimamente han puesto de manifiesto un drama hondo para mucha gente y cuya gestación no sólo incumbe a los desahuciados, puesto que ya se ha visto que no fueron los únicos irresponsables, en los casos en los que se dé esta condición.
Al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos y otros países, el sistema bancario español está fuertemente regulado. Y además está sometido al control del Banco de España. Pero en la práctica se ha visto que todo esto no sirve para nada. O sea, para nada bueno. En Estados Unidos se ha podido dejar caer a los bancos que estaban quebrados. En España no se puede. Entre otras cosas porque los ahorradores que han invertido en las acciones de los bancos confiaban en esa regulación y en esa vigilancia del Banco de España.
Por otro lado, España se ha convertido en un país pequeño para algunos de sus bancos, puesto que con las fusiones han alcanzado tal tamaño que quizá el poder de sus dirigentes sea mayor que el de los ministros. De hecho, cabe adivinar que muchos ministros sueñan con sentarse en el consejo de administración de un banco. Acaso esto explique la vigilancia a la labor de los bancos haya sido tan tenue.
La lógica dice que si los bancos españoles necesitan de la ayuda de los contribuyentes para sobrevivir, algunos deberían haber ido a la cárcel, porque más de un fallo ha debido de haber en el sistema. Si hubiera funcionado bien no se hubieran dado tantos créditos hipotecarios y consecuentemente no hubiera habido burbuja.
Resolver de un plumazo lo que se ha venido haciendo mal a lo largo de los años anteriores es harto difícil y probablemente las medidas que se tomen al respecto repercutirán en las espaldas de los de siempre. El mejor modo de frenar los desahucios consiste en crear puestos de trabajo, y para esto hace falta dinero, el que se escapa a los paraísos fiscales. Pero los políticos pueden eliminar todos los gastos inútiles, para que ese dinero que se gasta sea útil a la sociedad.

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