martes, 27 de noviembre de 2012

Se gastan el dinero de la ayuda en televisores de plasma

Los pobres están más vigilados de lo que se creen. Una de sus señorías, no importa de qué partido, porque todas ellas conforman una casta, ha desvelado, como si fuera Perelman explicando la Conjetura de Poincaré, que hay pobres que se gastan el dinero de las ayudas en comprar televisores de plasma.
Otra señoría de la oposición se ha apresurado a protestar, pero hay cosas en las que todas las señorías están de acuerdo. No es necesario especificar cuales son.
En España, el comportamiento de sus señorías es similar al de los ricos. Miran a los ciudadanos de arriba abajo. Los acribillan con consignas y eslóganes. No les toleran la menor crítica.
Al pobre le piden el voto y para que lo dé utilizan el truco de la zanahoria y el palo. Luego consienten el enorme fraude fiscal a los ricos y ellos, las señorías más altas, al salir de la política se colocan adecuadamente.
Un pobre ha de gastar su dinero como está establecido. De este modo, hay posibilidades de que envidie a los ricos, cosa que mantiene el statu quo. Si nadie envidiara a los ricos, la riqueza tendría menos valor. En la situación actual, un gilipollas rico es menos gilipollas. Por lo menos, no lo es para muchos. O sea para tontos.
Un pobre pide limosna y le dicen: no, porque se lo gasta en vino. Un rico puede gastarse su dinero en lo que quiera. En la ruleta o en la cirugía plástica. Una doña, que dice que mira por los pobres, se quitó muchas arrugas.
A un pobre no se le concede el derecho a organizar su vida, o su no vida. Lo que pasa es que hay pobres que se rebelan y hacen lo que les da la gana. Sus señorías, en cambio, están acostumbradas a obedecer.

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