No
es raro que se haya quejado de que no se le respetan los derechos
humanos. Los asesinos de este calibre son todos igual de miserables.
Disfrutan
mientras matan. De eso no cabe duda. En el juicio se comportan con
mucha chulería. En la cárcel, lloran.
No
creo que en Noruega sean tan ñoños como en España. Ya hemos visto
aquí algunos episodios similares, con De Juana, con Bolinaga, etc.
Los proetarras también hablan de los Derechos Humanos, etc. E
incluso algún que otro clérigo ha tomado también esa senda. El
Vaticano, ante estos y otros desmanes, calla. Se conoce que Dios no
ilumina a los clérigos en lo que a estas cuestiones se refiere.
Prefiere dejarlos en el error y que se condenen.
Según
las informaciones difundidas cuando la condena de Breivik, que fue de
21 años de cárcel, la pena máxima de Noruega, pero luego, en las
notas adicionales venía lo sustancioso de la condena. Al cumplir
diez años de cárcel le examinará un tribunal, y a partir de ese
momento lo volverá a hacer cada cinco años. Si en alguna de esas
revisiones el tribunal considera que Breivik se ha civilizado,
ordenará que se le ponga en libertad. Pero también puede ocurrir, y
de hecho es lo que se vaticina para este caso, que el citado tribunal
no considere nunca que se ha civilizado, en cuyo caso no saldría
jamás de la cárcel. De modo que la pena de 21 años es orientativa.
Se le ha impuesto la pena máxima.
Y
de nuevo, las leyes noruegas y el modo de llevarlas a cabo, nos dan
envidia a los españoles. Con el sistema noruego ningún preso etarra
hubiera sido excarcelado. Y las protestas de los proetarras no
tendrían sentido. Cada cinco años, los presos tienen la posibilidad
de salir a la calle. Si no la aprovechan es su culpa.
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