Aunque Mas se haya dado el batacazo sigue estando ahí. Si tuviera vergüenza dimitiría, pero seguramente podrá encontrar un buen ramillete de razones que le permitan dejar en segundo lugar ese sentimiento humano, muy en declive entre la clase política española, todo sea dicho.
Por la misma razón, o sea, por la vergüenza, debería cerrar de una vez por todas La Vanguardia. El conde de Godó, ¡ay!, el conde de Godó, no sé qué decir del conde de Godó. Ni de los demás. Con que prensa independiente. Y que no vengan esos que escriben ahí con que todo es relativo.
Mas es un tipo que se ha gastado un montón de millones de euros en hacer unas elecciones fuera de tiempo y fuera de lógica. En una época en la que no se pueden atender debidamente a los enfermos. Yo no sé qué le pueden ver sus votantes a este Mas. La situación que se ha originado tras estas elecciones tiene difícil salida, pero se puede vaticinar, a la vista de los antecedentes, que hará la burrada más grande de entre todas las posibles. Si en Cataluña hubiera la sensatez que dicen ya estarían buscándole acomodo a Mas en algún sitio. No debería haber ningún problema en decirle: tú eres Mas, más que Napoleón. Y más que cualquier otro. ¿Cómo que Moisés? Mas.
Y hay que esperar ahora a los otros convidados a la fiesta. A los corresponsables del descalabro financiero con que se encontró CiU. Eso de rebajar el déficit de Cataluña a partir de ahora va a ser más difícil. Lo pagaremos el resto de españoles, los que “robamos”. Y teniendo en cuenta que la gente cada vez va a comprar menos productos catalanes y que Rajoy le va a dar a Mas todo el dinero que pida, el caos que se avecina es antológico.
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