jueves, 1 de noviembre de 2012

Miedo a que desaparezca el PSOE

Por parte de algunos sectores hay un miedo grande a que desaparezca el PSOE, como si con ello se acabara el mundo.
Lógicamente, no tiene por qué acabarse el mundo ni nada, tan solo el PSOE. El espacio que ocupa ese partido seguirá existiendo, y será aprovechado por otro. UCD también desapareció y ocurrió así porque quienes lo componían no tenían fe en el partido. Su espacio no fue ocupado, sino usurpado por el PP, puesto que este partido tiene poco que ver con el espíritu que alentó la creación del citado UCD.
Tampoco quienes constituyen el PSOE tienen fe en su partido. Para hacer esta afirmación basta con fijarse en el número de militantes que tiene. Y si a este número se le resta el de quienes no pagan las cuotas, el asunto queda más claro todavía.
Algunos dirán que UCD no tenía la solera del PSOE. Pero este último partido también es de reciente creación. Si no recuerdo mal, en los tiempos en que Adolfo Suárez era el presidente, hubo un PSOE Histórico y un PSOE Renovado, y fue el apoyo internacional, fundamentalmente el de Willy Brandt, lo que permitió la prevalencia de este último. El PSOE actual es, en buena, medida, creación de Felipe González, y ya se ve lo que ha dado de sí.
Uno de los que ayudaron a Felipe González en la creación del partido fue Gregorio Peces-Barba, que en sus últimos y apasionados artículos defendiendo la Constitución, demostró dos cosas. La primera es que la consideraba primordialmente suya, como si fuera quien más había influido en su espíritu. Y la segunda, que la daba por fracasada. No se defiende algo que funciona como una seda.
La historia de la España postfranquista puede considerarse como la historia de un experimento que debió hacerse con gaseosa y, sin embargo, se hizo con el dinero y las ilusiones de los ciudadanos.
Merece la pena comenzar de nuevo, refundando todos los partidos que lo merezcan, colocando en el olvido a los proetarras y reduciendo a sus justos términos a los nacionalistas.

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