Mientras
un demócrata suspira por una Justicia libre e igual para todos, la
fracasada clase política española va a la suya.
Está
por ver que un partido político español proponga independizar por
completo a la Justicia de la política. Y darles a los jueces los
medios que necesitan para el desempeño de su labor. Quizá porque
los políticos temen que los jueces se pongan a investigar y como
consecuencia metan a algunos de ellos en la cárcel. Pero, a lo
mejor, lo que más temen es que les toque devolver lo robado.
Lo
cierto es que la Justicia no es independiente no puede hablarse de
democracia, puesto que en este caso el Poder lo controla todo.
Mientras un pobre no pueda pleitear tranquilamente con un poderoso la
situación en España no podrá darse por normalizada.
Y
resulta que en lugar de independizar a la Justicia y darle medios,
han impuesto unas tasas que tendrán la dudosa virtud de apartar a la
mayor parte de la población de la Justicia. Cuando alguien se sienta
pisoteado o perjudicado, lo dejará pasar, no vaya a ser que resulte
peor el remedio que la enfermedad.
Lo
que le gusta a la clase política española es tener a todos los
ciudadanos sometidos. Los políticos españoles son esclavos del
poder. Ellos mismos saben que su puesto en la política depende de su
capacidad de obediencia. De su “disciplina” dirán ellos. Lejos
están de darse cuenta de que como clase, y tal y como está
configurada la política española, dejan mucho que desear.
El
país está patas arriba, conseguir medicamentos cuesta mucho, la
Justicia se ha alejado y si queda algo en pie está en peligro. Y, no
obstante, los políticos, en lugar de dimitir avergonzados y proponer
un cambio total en el sistema político español, siguen disfrutando
de sus prebendas.
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