domingo, 24 de marzo de 2013

Chipre y la Unión Europea

Hay que partir de la base de que la Unión Europea es imprescindible. La prueba de que es así es su propia. Si no fuera necesaria no se hubieran unido países tan distintos y con tanto odio acumulado entre unos y otros.
Quizá sea ese odio lo que explique que se haya hecho tan mal la Unión. No se ha buscado hacer una nación nueva que las contenga a todas, sino que se pretendió hacer un conglomerado de naciones con la intención teórica de que todas salieran ganando. Hay unas oficinas centrales que podrían servir para ejercer algún tipo de vigilancia, pero da la impresión de que no son más que cementerios de elefantes en los que cada país confina a aquellos de sus políticos que quiere mantener lejos y callados. Se le paga bien.
Se ha permitido la entrada a algunos países que debieron quedarse fuera, sencillamente porque no estaban en condiciones de seguir el ritmo de los demás y tampoco disponían de los suficientes controles democráticos internos. Ojalá le hubieran dicho al gobierno español que pidió la entrada que el nivel democrático español no el adecuado para incorporarse, puesto que el ejecutivo atesoraba todo el poder.
Se dejó entrar a Chipre, como a otros, y luego no se controló lo que hacía, de modo que al final ha estallado la bomba, y esa dejadez de la Unión Europea y del gobierno chipriota la han de pagar ahora las gentes de ese país.
Es posible que la Unión Europea o, concretamente, Alemania tengan la sartén por el mango y puedan obligar al gobierno chipriota a tomar esa medida injusta. Pero en lo que respecta a la construcción de la gran nación europea es un paso atrás. Los ciudadanos cada vez se sentirán menos europeos y más griegos, italianos, franceses ...

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