A
pesar de que Rita Barberá se lo ha recordado más de una vez, Rajoy
parece haberlo olvidado. No le conviene ahora tener en cuenta esas
cosas.
Lo
que le interesa ahora a Rajoy es exprimir a los valencianos para
pagar con ese dinero las embajadas catalanas y contentar de este modo
a Mas.
Por
supuesto que no ordenará investigar la corrupción catalana, ni
clamará por el hecho de que Millet todavía ande por la calle y los
Pujol amenacen con eso de que todos se pueden hacer mucho daño. Se
le han hecho regalos, con dinero de los españoles, a CaixaBank. A
los bancos y cajas catalanes no se les investiga con el mismo rigor
que a los valencianos.
Rajoy
también ha olvidado que puso como ejemplo de lo que quería hacer al
gobierno de Camps. Entonces todavía le estaba agradecido, y lo debe
de seguir estando, puesto que no ha emitido ni una sola contra él.
En cambio, castiga a los valencianos, que las están pasando canutas
precisamente a causa del gobierno de Camps, que se gastó todo el
dinero que había y, no contento con eso, lo que no había, pues
consideraba que la financiación de la Comunidad Valenciana era
injusta y que cuando ganara Rajoy se resolvería esto. Rajoy no le
dijo entonces que no y cualquier observador desinteresado se daba
cuenta de que en lugar de eso, lo que planeaba el entonces candidato
a presidente del gobierno era ponerle una metafórica soga al cuello,
dada la insistencia de Camps en recordarle lo que le debía y
cobrárselo por anticipado.
Y
ahora resulta que Camps ya no está, pero los votantes valencianos,
que mayoritariamente votaron a Rajoy, sí. Y a los votantes
valencianos, que también son contribuyentes, les hace un corte de
mangas. Tiene que quedar bien con los catalanes, como Aznar, que nos
procuró la fenicia AVL.
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