sábado, 2 de marzo de 2013

Es posible que Garzón no vuelva

He visto últimamente algunos carteles en los que pone “Garzón, vuelve”, o algo así. Quizá le resulte imposible al mediático personaje hacerlo, ya que los designios del amor, o de algo que parece amor, pueden impedírselo.
Hay personas que parecen lo que no son, se construyen personajes de los que a veces no pueden salir y en otras ocasiones además de que no pueden salir tampoco quieren hacerlo. Garzón comenzó su andadura hacia la fama de forma peculiar. Loyola del Palacio se perfilaba como ganadora en las elecciones de Castilla la Mancha. Apareció Garzón en liza y le montó un lío con el asunto del lino que al final resultó ser un bluf, pero que sirvió para encumbrar a Bono. El nuevo presidente de Castilla la Mancha le presentó a Baltasar Garzón a Felipe González, que lo utilizó, prometiéndole el oro y el moro, pero que quizá vio un rival peligroso en él y no le dio ni el uno ni el otro.
Pero hay más gente a la que le ha venido bien Garzón. Dicen que hace tan mal los sumarios que los jueces a menudo, y con gran dolor de corazón, se han visto obligados a absolver a los acusados.
La habilidad de Garzón consiste en dejar dormir aquello que no le interesa de momento, para sacarlo del cajón si se da el caso de que le convenga a él. Lo suyo es crearse la imagen de justiciero, antifascista y humanitario.
No es el único que cultiva la imagen de antifascista. La presidenta argentina, Cristina Fernández, por ejemplo, también lo hace. Mientras tanto, controla con puño de hierro todo lo que ocurre en su país. Mientras la gente se crea que una antifascista parece tener los votos asegurados.
Lo malo para Garzón es que ella dice que no la toca nadie. ¿Cómo se las arreglará el buen hombre?

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