jueves, 7 de marzo de 2013

Rita Barberá y los ciclistas

Hace unos meses, un ciclista arrolló, matándola, a una anciana que caminaba por la acera. De la anciana se sabe que se llamaba María Cervera Ortiz. Del ciclista no se sabía nada, porque se dio a la fuga. Es posible que no haya sido localizado.
Nadie se siente responsable. El ayuntamiento permite que las bicicletas circulen por las aceras, y a mí me extraña que no haya más accidentes, porque van como quieren. A muchos se les nota en la cara que van justos de tiempo y quieren que se aparte todo el mundo.
Si un viandante no puede ir tranquilamente por la acera, charlando, o mirando escaparates, monumentos o fachadas, la ciudad pierde sentido. Y no puede, porque con las bicicletas por la acera, que aparecen a toda velocidad por detrás o por delante, convierten el paseo en una cuestión de supervivencia. Aparte de eso, el malestar que generan las bicicletas por las aceras debe de hacer subir el colesterol , o la tensión, o el estrés, o un montón de cosas más. Esto hará aumentar el gasto en farmacias.
Hoy, en Valencia, he visto a un ciclista por la calzada. Debo reconocer que su actitud es la de un héroe. Los automovilistas que circulaban por donde él eran burros, maleducados y malvados. El primero de los adjetivos se lo merecen por ser incapaces de valorar su gesto y de comprender que tiene el mismo derecho a utilizar la calzada; o más, porque ni la desgasta, ni contamina. Se han ganado el apelativo de maleducados, porque le pitaban, instándole a que se apartara. Y malvados porque le adelantaban de cualquier manera, sin respetar las distancias, poniendo con ello en riesgo su vida.
En resumidas cuentas, el ayuntamiento de Valencia permite que los ciclistas con menos sentido cívico, o menos valor, que el citado anteriormente circulen como vándalos por las aceras y permite también que a los van por donde corresponde, o sea por la calzada, se les avasalle sin miramientos. Recaudar poniendo multas a los coches mal aparcados es muy fácil.

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