Conviene
recordar que Jesús Eguiguren es un político español que manda
mucho en un partido muy importante.
Los
miembros de ese partido tan importante llaman traidora a Rosa Díez,
que es una política que mantiene una actitud decente frente a la
peste etarra, al contrario de lo que hacen otros beatíficos
santurrones y apóstoles de lo políticamente correcto.
Se
habla mucho de Eguiguren últimamente a raíz de lo ocurrido con otro
político que también fue condenado por los tribunales de Justicia.
O sea, que se habla de Eguiguren por algo que según quien lo haga es
más grave o menos grave, para cierto sector, obviamente.
Hay
que reconocer que ambos condenados por la Justicia suelen obtener
muchos votos. Dime a quién votas y te diré cómo eres, sería el
refrán adecuado. También es cierto que eso de la sabiduría popular
tiene poca base. Si fuera cierto, no sólo esas dos personas, que en
su momento cometieron actos que fueron reprobados por la Justicia
estarían fuera de la política, sino que también Eta se hubiera ido
por el sumidero de la Historia hace mucho. Y ahí están ambos,
Eguiguren haciéndonos sonrojar, o enojándonos, y Eta chuleándonos.
Y
el ministro del ramo se las da, a veces, de muy católico, tanto que
parece supersticioso, en otras ocasiones se muestra como homófobo, y
eso debería ser pecado, y no puede decirse, ni mucho menos, que con
Eta tenga la misma firmeza que Rosa Díez.
Es
inevitable que si se habla de Eguiguren se piense en Eta, cosa que
molesta a los dos grandes partidos españoles, que pretenden mantener
este asunto en segundo plano. Lo que les va a muchos de los políticos
españoles es tocar el tambor, metafóricamente claro, porque ya ven
que enfrentarse a Eta no les da muchos votos y contemporizar con la
banda no les quita.
Eguiguren
es como un grano en la conciencia popular, puesto que induce a pensar
en el voto culpable.
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