lunes, 18 de marzo de 2013

Las Malvinas y John Carlin

Los británicos tienen fama de ecuánimes y escrupulosos cuando se refieren a cualquier asunto, y esa fama suele ser merecida. Sin embargo, conviene tener en cuenta algunos matices. Cuando más ecuánimes son es cuando tratan de asuntos en los que Inglaterra tiene razón o no tiene nada que ver.
En aquellos otros asuntos en los que el papel de Inglaterra es poco vistoso, por decirlo de un modo amable, sacan a relucir su nacionalismo más rastrero. Ha incurrido en él Henry Kamen, cuando se ha referido a Gibraltar, y ahora John Carlin, que ha desbarrado mucho escribiendo sobre las Malvinas.
Ni España, ni Argentina pueden recuperar sus territorios ocupados, dado que la ONU, que debería ser el lugar en el que se consiguen las cosas con la razón y no por la fuerza, sirve para muy poco. Que se lo digan a los saharauis. Por la fuerza es imposible que se recuperen, y en el caso de que fuera posible no valdría la pena, porque la vida de cualquier soldado vale más que Gibraltar o las Malvinas.
Los gobiernos de España o de Argentina pueden utilizar esos asuntos de modo demagógico, cuando les convenga por algún asunto interno, pero eso no cambia la realidad de las cosas.
Inglaterra sí que salió por pies de Hong Kong, en donde no se le ocurrió plantear ningún referéndum.
En Inglaterra están un poco moscas con la elección del papa argentino. Acaso porque piensan que si Wojtyla pudo derribar el muro de Berlín, Bergoglio bien puede recuperar las Malvinas para sus legítimos dueños. El primer ministro del Reino Unido ha manifestado que, con todo respeto, está en descuerdo con el papa con respecto a las islas. Pero el respeto no se por ninguna parte, puesto que realizó un plebiscito entre los habitantes de las islas ocupadas y la tildó de fumata muy clara. No se sabe si Cameron se sintió gracioso porque había fumado algo. Por su parte, ya se ve que John Carlin es otro de los afectados por el virus del nacionalismo, enfermedad que no tiene cura.

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