sábado, 9 de marzo de 2013

El Cuco, en la calle

Los hay que están contentos por ello, o conformes, sin que tengan que ser necesariamente simpatizantes y familiares. Y yo mismo no sé si el virus del buenismo ha infectado a tanta gente como para que se vea mal que diga que el nombre completo del niño es Francisco Javier García Marín.
Concepción Arenal dijo una frase con la que estoy totalmente de acuerdo y que es esta: “Odia el delito y compadece al delincuente”. Lo que ocurre es que algunos han creído que compadecer al delincuente significa sacarlo de la cárcel.
Resulta que los implicados en el asesinato de Marta del Castillo se estuvieron burlando de los jueces y de la policía. Ni los jueces, ni los policías se lo tomaron de modo personal, porque en realidad se burlaban del sistema al que representan, o sea, de todos los españoles. Los jueces y los policías hicieron su trabajo, probablemente, del mejor modo que pudieron, ateniéndose a la legislación vigente, lo que conllevó que se gastaran algo así como 600000 euros en la búsqueda del cuerpo de la joven asesinada.
Como muestra del buenismo que lo impregna todo en la sociedad española, baste decir que el hecho de que no apareciera el cuerpo de la joven iba en beneficio de los acusados. ¡Cuánto hubieran cambiado las cosas si la ley estableciera que mientras no apareciera el cuerpo ellos no salieran de la cárcel! Cuantas burlas, cuantas tomaduras de pelo y cuanto dinero nos hubiéramos ahorrado los contribuyentes de haber sido así.
Y ahora está el Cuco en la calle y todos los que tuvieron que ver con el asesinato tuvieron penas mínimas.
El buenismo ya estaba desde mucho antes de que llegara Zapatero. Lo suyo sólo fue una vuelta de tuerca más.
La consecuencia es que los asesinos, también y sobre todo los etarras, se ríen nosotros y encima nos salen mucho más caros.

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