Los
hay que están contentos por ello, o conformes, sin que tengan que
ser necesariamente simpatizantes y familiares. Y yo mismo no sé si
el virus del buenismo ha infectado a tanta gente como para que se vea
mal que diga que el nombre completo del niño es Francisco Javier
García Marín.
Concepción
Arenal dijo una frase con la que estoy totalmente de acuerdo y que es
esta: “Odia el delito y compadece al delincuente”. Lo que ocurre
es que algunos han creído que compadecer al delincuente significa
sacarlo de la cárcel.
Resulta
que los implicados en el asesinato de Marta del Castillo se
estuvieron burlando de los jueces y de la policía. Ni los jueces, ni
los policías se lo tomaron de modo personal, porque en realidad se
burlaban del sistema al que representan, o sea, de todos los
españoles. Los jueces y los policías hicieron su trabajo,
probablemente, del mejor modo que pudieron, ateniéndose a la
legislación vigente, lo que conllevó que se gastaran algo así como
600000 euros en la búsqueda del cuerpo de la joven asesinada.
Como
muestra del buenismo que lo impregna todo en la sociedad española,
baste decir que el hecho de que no apareciera el cuerpo de la joven
iba en beneficio de los acusados. ¡Cuánto hubieran cambiado las
cosas si la ley estableciera que mientras no apareciera el cuerpo
ellos no salieran de la cárcel! Cuantas burlas, cuantas tomaduras de
pelo y cuanto dinero nos hubiéramos ahorrado los contribuyentes de
haber sido así.
Y
ahora está el Cuco en la calle y todos los que tuvieron que ver con
el asesinato tuvieron penas mínimas.
El
buenismo ya estaba desde mucho antes de que llegara Zapatero. Lo suyo
sólo fue una vuelta de tuerca más.
La
consecuencia es que los asesinos, también y sobre todo los etarras,
se ríen nosotros y encima nos salen mucho más caros.
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