martes, 14 de enero de 2014

Está de moda culpar al PP

Sobre todo ahora que Rouco parece haber tomado el mando. Sin embargo, el odio al PP es una constante que viene de antiguo y que demuestra el carácter antidemocrático de quienes lo profesan.
Una persona que no haya hecho nada malo en su vida y que opte por el PP ya reúne los requisitos necesarios para ser odiada por este numeroso grupo de españoles, que no se conforma con pensar que está equivocada. No hay nadie que no haya hecho nada malo, pero he puesto el caso como ejemplo de que no se respeta la discrepancia.
Todavía quedan más evidencia estos que tienen el odio por bandera cuando demuestran claramente que sienten más simpatías por Eta que por el PP. Resulta significativo que quienes se refieren a la 'memoria histórica' con gran indignación, muestren su proximidad a la banda etarra, o por lo menos colaboren con ella en el empeño al que tienen por enemigo común, que es el PP.
Resulta de una gran ingenuidad que quien no es capaz de dominar su odio se considere bueno. Cuando Felipe González ganó las elecciones por primera vez una gran cantidad de españoles esperaba que su gobierno demostrara que los socialistas son mejores personas que sus oponentes. Y ya se ha visto dónde ha ido a parar Felipe González. Resulta que va a dimitir de su cargo en el consejo de administración de una gran empresa, no porque considere indecente, en su caso, estar ahí, sino porque se aburre.
Incluso socialistas que hacían albergar ilusiones se apuntan al carro de apuntar al PP con la cantinela de que tiene miedo a ganar. Cuando de lo que se trata no es de ganar, sino de que se cumpla la ley.
De modo que las únicas opciones decentes que hay en la actualidad son las de aquellos partidos que no ceden frente a Eta. Los enemigos de la sociedad son los etarras.

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