jueves, 10 de diciembre de 2015

Cuando Pujol era un hombre de Estado

En la actualidad, cuando se habla de Jorge Pujol Soley, a su nombre le acompañan toda suerte de epítetos e improperios. Quizá alguna carcajada o guasa. Pero siempre no fue igual. Por ejemplo, hay un editorial del diario ABC, fechado en el 1 de diciembre de 1986, en el que se recuerda que en 1984, dos años antes, fue elegido por ese diario como “Español del Año”.
Pujol no protestó por ese nombramiento, como lo atestigua el citado Editorial, que estaba motivado por la querella de la Fiscalía General del Estado contra Banca Catalana, que acabó siendo sobreseída. Parece ser que este asunto nos costó a los españoles 20000 mil millones de pesetas, que nadie nos va a devolver.
En otro punto del Editorial dice lo siguiente: «Esto es, justamente, lo que han reconocido los demás españoles: Jordi Pujol se ha comportado en toda esta historia de acosos y difamaciones como un auténtico estadista, por su sensibilidad y por su capacidad para asumir responsabilidades más amplias que las que conciernen a su potestad autonómica.»
Y más adelante, esto: «El pleito y la maniobra se han resuelto sin quebrantos para España, porque, insistimos, Jordi Pujol neutralizó el grave peligro creado al asumir, además de las responsabilidades propias, parte de la otra responsabilidad.»
Es decir, en España y especialmente en esa parte de España llamada Cataluña hay unas tragaderas extraordinarias para según qué cosas. Es imposible que Pujol haya hecho tantas cosas durante tanto tiempo sin que nadie se haya dado cuenta y ni tan siquiera haya sospechado nada.
Muchos de los que hoy insultan a Pujol, durante mucho tiempo lo han venido considerando como un gran estadista. Se conoce que cuando una idea se fosiliza nadie la pone en cuestión. “Pujol, gran estadista” fue una idea fosilizada durante mucho tiempo.
No es de extrañar que los populistas y otros despabilados a los que se puede asimilar a los populistas tengan tanta facilidad para medrar.

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