lunes, 7 de diciembre de 2015

Franco, como El Cid Campeador

En una entrevista publicada por La Opinión de Málaga el 5 de los corrientes, se pone en boca de Stanley G. Payne la siguiente afirmación: «la insurrección y la Guerra Civil fueron provocadas deliberadamente por la izquierda».
Ignoro hasta qué punto será cierto esto, pero no me parece inverosímil. Lo que está fuera de duda es que no se le daba demasiada importancia al Ejército. De hecho, la idea de Sanjurjo y Mola cuando se sublevaron era devolver el poder a la República cuando hubieran ganado la guerra. Lo que ocurrió fue que apareció Franco, al que por lo visto no se tenía muy en cuenta. Franquito es un cuquito que va a lo suyito, decían los generales.
Tras la victoria, Franco visitó muchas veces Cataluña, en donde fue siempre aclamado por grandes multitudes que acudieron a recibirlo. Era lógico además, porque es la época de la historia en la que más ha crecido Cataluña. Ahora, Colau y otros que son más o menos como ella, insultan a Franco. Tengo para mí que quienes obran de este modo son peores personas de lo que él pudo ser. Basta con imaginárselos con el poder que tuvo Franco para comprender esto. El mejor de vencer a cualquier enemigo es ser mejor persona que él.
La tarea que tiene España por delante es muy complicada, por cuanto hay muchos problemas por resolver, cada uno de una índole distinta, y si en lugar de atender a este afán resulta que el objetivo es denigrar a Franco el asunto sería jocoso, si no fuera, en realidad, trágico. Tiene las dos vertientes, el espanto y la risa.
Cuenta la leyenda que después de muerto, sujetaban al Cid Campeador encima del caballo y los enemigos al verlo huían despavoridos. A Franco lo sacan a relucir sus enemigos cuarenta años después de muerto, quizá como homenaje al hombre que los venció.

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