jueves, 31 de diciembre de 2015

El final de 2015

No puede decirse que el 2015 haya sido bueno, sino que lo ha llenado todo de sombras. No obstante, y dado que el optimismo es necesario para vivir, conviene no perder las esperanzas de que no todo está perdido.
Dentro de las malas cosas que nos ha traído este año que acaba ocupa un lugar destacado la aceptación social de Podemos, un partido en el que no se aprecia ningún respeto por la democracia. Todos sus actos y manifestaciones son engañosos en este sentido, cuando no abiertamente antidemocráticos, como la exigencia de un referéndum en Cataluña.
Ha emergido también Ciudadanos, a cuyo líder tildó Gustavo Bueno de ajedrecista, por no ver en él más que movimientos tácticos y ninguna idea. Cabe pensar que quienes han votado a Ciudadanos lo han hecho como si votaran al PP de forma vergonzante. O sea, con la idea de que su voto fuera a parar indirectamente a este partido.
Los descontentos del PSOE, cuyo voto ha ido a parar a Podemos, han demostrado que no les importa mucho el bienestar general y dado que tampoco tienen mucha esperanza en mejorar su suerte, han votado a favor de la revancha o venganza.
El PSOE tiene las entrañas carcomidas por el nacionalismo, que se infiltró en su ideario y ha venido atontándolo y corrompiéndolo, y de ahí que vayan surgiendo líderes tan inanes intelectualmente como Zapatero o Sánchez. El PP también ha tenido su propio Zapatero, en la persona de Camps, aunque también cabría citar a algunos más.
Como notas positivas cabe citar el hecho de que ya van saliendo voces socialistas que recuerdan que el socialismo no tiene nada que ver con el nacionalismo y sería muy bueno para todos que esta idea acabara imponiéndose dentro del PSOE.
También es positivo que el nacionalismo haya empezado a desintegrarse. Esto hay que agradecérselo al Astut Mas. El nacionalismo está condenado a desaparecer, pero este tipo puede haber acelerado el proceso.
La desaparición de UPyD, el partido que más cosas positivas ha hecho por España y los españoles aporta mucha tristeza al panorama.

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