sábado, 12 de diciembre de 2015

Gregorio Morán, ran, raaan, raaaannn

Parece ser que estilo que adopta Gregorio Morán, que siempre intenta dar la impresión de que está harto de ver tantos sinvergüenzas por esta parte del planeta, le otorga ante los lectores un plus de respetabilidad. No me extrañaría nada que hubiera gente dispuesta a creerse lo que dice.
Luego resulta que aparte de sus maneras, más propias de un matón que de un columnista sereno, no hay nada que le distinga de los demás. Puede ser tan sectario o parcial como cualquier otro. Brama contra la corrupción y defiende a esos partidos nuevos, el Podemos de izquierdas y el Podemos de derechas, minimizando las barbaridades que llevan hechas. Como una de las de Monedero, por ejemplo, que recibió un encargo del gobierno de Venezuela para el que no tenía ningún tipo de preparación y cobró por él algo así como cien veces más de lo que habría pedido un auténtico profesional de la cosa. Y luego no lo declaró a Hacienda.
Este Podemos, a tenor de lo que escribe el siempre cabreado Morán (que alguna vez se tendrá que reír, no sé si al pensar en la cara que ponen sus lectores), bien podría ser el partido de sus amores a tenor de lo que escribe. Este partido que todavía no se ha pronunciado sobre muchas cosas, entre ellas el resultado electoral de Venezuela. El líder de Podemos, ese que lleva un moño tan gracioso, le hizo una trastada gorda a Rosa Díez. Está mucho más cerca de ETA que de sus víctimas. Eso hay que decirlo, Morán. Y también que es cierto que las oligarquías tienen dominado el país, o sea, España. Las oligarquías son tan egoístas que sólo miran su propio beneficio y se ciegan al ir tras él. Por eso estamos tan mal. Los oligarcas prefieren líderes políticos sin principios y con mucha ambición, y se las arreglan para apartar a los que no cumplan estos requisitos.

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