domingo, 6 de diciembre de 2015

La Constitución en 2015

Hemos llegado a un punto en el que son muchos ya los que afirman que conviene cambiar la Constitución, pero lo hacen todos ellos, creo yo, perseverando en el error. Alegan que la actual ha fracasado, o que contiene errores, pero persisten en el mismo espíritu que llevó a cometerlos.
A mí me parece que cuando haya que cambiarla habrá que procurarse primero un ideal que ilusione y aglutine a todos, en torno al cual configurar todo lo demás. Una Constitución ha de ser un marco de convivencia lo más civilizado posible y que trate de consagrar eso de que todos somos iguales ante la ley. Y debería consagrar de forma irrevocable la separación efectiva de poderes.
Es un buen día también para reivindicar el libro '1978. El año en que España cambió de piel', en el que se refleja el clima que se vivía en aquel tiempo y en el que participaron personas de procedencia muy dispar. Ouka Leele vivió ese año en Barcelona y cuenta sus impresiones, que dan idea de lo que iba a venir después. Las juristas Laura Cano y Julia Sevilla analizan la Constitución. A Rosa Díez le tocó hablar del apartado autonómico. Maite Pagazaurtundúa y María Teresa Giménez Barbat hablan de los nacionalismos, que tienen que sufrir en sus respectivos lugares de residencia.
Veintisiete personajes, dieciocho mujeres y nueve hombres, dan su parecer sobre aquel tiempo tan apasionante y aquel año que resultó tan decisivo. Sin olvidar que hay un debate muy vivo entre los dos autores.
En España no hay tradición democrática y para establecer una democracia el primer requisito es que los habitantes del lugar sean demócratas. Américo Castro contaba que a principios del siglo XX en los hogares franceses preferían criadas italianas antes que españolas, dado el carácter imperativo de estas. Esto continúa igual. El gusto por imponer el criterio propio sigue vigente. Los ciudadanos ven como normal que los políticos de su cuerda implanten de forma obligatoria cosas que deberían ser opcionales.

No hay comentarios: