martes, 19 de enero de 2016

John Carlin, en la pista de patinaje

John Carlin debe de ser uno de esos británicos que se parecen a los catalufos en el sentido de que se creen superiores a los demás y sueltan sus bolas convencidos de que saben de qué hablan.
No me habría enterado de este artículo suyo, todo él plagado de tonterías, si no fuera porque Ignacio Merino lo ha comentado. Habla de la Iglesia española sin tener en cuenta que Inglaterra es una teocracia más. La religión en su país viene a ser como un refuerzo más de la hipocresía.
Dice en su citado artículo que hay una palabra elemental, compromise, que no existe en el español y se queda tan ancho. Es cierto que cada pueblo dota a su lengua de las palabras que necesita y eso hace que haya una palabra en francés, revenant, que no tiene traducción al español, pero tampoco al inglés. No es necesariamente un fantasma. Vuelve, pero no se sabe de dónde. Un fantasma vuelve del otro mundo.
Pero en español sí que existe compromiso. En España un apretón de manos venía a valer más que cualquier documento firmado y sellado en toda regla.
En la actualidad y como resultado de las nuevas tecnologías las fronteras entre las lenguas son más difusas. Los préstamos entre ellas son más frecuentes que nunca.
Si en España no triunfa la democracia, como en el Reino Unido, no es por culpa de la Iglesia únicamente. Se han tenido que juntar varios factores y todos ellos han dado como resultado el carácter imperativo de los españoles, pero esto es algo que puede y debe cambiar con el tiempo. Basta con establecer la separación efectiva de poderes para que empiece a cambiar.
Que en la situación política actual resulten difíciles los pactos no se debe ese carácter imperativo, sino a los intereses personales de algún candidato y de todos los partidos. Cuando podría haber confluencia de intereses, como en el caso del PP y el PSOE, el pacto no interesa al candidato socialista.
Lo de Carlin no es opinar sobre lo que ocurre en España sino patinar.

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