martes, 12 de enero de 2016

Pérez-Reverte y el mendigo

En su último artículo publicado en El Semanal Arturo Pérez-Reverte da noticia de un mendigo al que ve desde hace años.
Según su relato, este menesteroso todavía tiene la cabeza en su sitio y produce dolor la situación en que se encuentra. Proliferan en los medios los anuncios para 'triunfar' en la vida; también hay entrevistas con personas que dicen conocer el secreto para conseguirlo. No hay, en cambio, ningún anuncio sobre cómo ayudar a levantarse a quien se ha caído.
Alguien, cuyo nombre no recuerdo, dijo: 'si sabes nadar y se está ahogando alguien tienes la obligación moral de salvarlo, salvo que se trate de Aznar o Bush'. Esta coletilla final, con la que se pretende reforzar lo primero, hace el efecto contrario, porque si para su autor Bush y Aznar no merecen ser salvados, para quien está contemplando cómo se ahoga alguien puede pensar que es precisamente quien se está ahogando el que no merece ser salvado. En realidad, es habitual esto último. Son más los que tratan de impedir que quien está en apuros logre salir de ellos que los dispuestos a echar una mano.
En la infancia y en la vejez, sobre todo si la salud flaquea, es lógico el egoísmo. Hay que emplear las fuerzas de que se dispone en sobrevivir. Pero en los años de madurez el egoísmo sobra. El ser humano es un animal social y todos necesitamos de todos. El modo en que la sociedad trata a los más vulnerables muestra su grado de desarrollo.
Si la sociedad española tuviera más madurez volvería la espalda a todos esos políticos que explotan y fomentan el egoísmo y los bajos instintos y atendería más los responsables procuran, con hechos, el bien común.
A cualquier persona bien le gustaría saber que el mendigo del que habla Pérez-Reverte había encontrado un punto de apoyo en las instituciones que le permitiera encontrar la vía para reincorporarse a la vida normal.

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