martes, 5 de enero de 2016

La broma de las reinas magas

He escrito muchas veces que no estoy de acuerdo con la intromisión de la Iglesia en la vida pública y que las creencias pertenecen al ámbito privado de cada uno y las religiones no deberían traspasar esos límites. Ahora bien, si hay algo sagrado en este mundo es lo que concierne a los niños.
Faltar al respeto a quienes mejores y más bonitos tienen los sueños es pecado grave. Convertir, sin que haya necesidad de ello, a un niño en adulto es una de las peores cosas que se pueden hacer.
No cabe duda de que la fiesta de los Reyes Magos tiene connotaciones religiosas, pero a los niños que no les vengan con cuentos, para ellos es una fiesta mágica. Se trata de unos seres mágicos que conocen al dedillo sus desvelos, su empeño por agradarles, sus frustraciones, lo mal que se sienten cuando piensan que los han hecho enfadar con alguna trastada que no podido evitar hacer, lo comprensivos que son, porque no les piden todo lo que quisieran, sino sólo un poco de lo que necesitan y muchas cosas más por el estilo. Los niños están en conexión directa mentalmente con los Reyes Magos. Se hablan y se entienden. Ellos necesitan creer en los Reyes Magos, es más, saben que existen.
Y ahora vienen unas personas sectarias que utilizan de forma dictatorial el poder que han obtenido democráticamente y que más que en gobernar se centran en vengarse de la derecha y les ha dado por dictaminar que la fiesta de los Reyes Magos es una fiesta de la derecha, cuando es el día grande y soñado de los niños.
Lo más serio y digno de respeto de cualquier país es ese grupo de personitas que necesitan creer en que existe algo bello, limpio y mágico. Cualquier intento de ensuciarlo es moralmente reprobable.

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