jueves, 13 de marzo de 2008

El drama de Colombia

Desde hace muchos años los terroristas vienen envenenando la vida de los colombianos. Los españoles sabemos lo que significa vivir bajo el terror de ETA, temiendo el próximo asesinato, coche bomba o secuestro. También conocimos la impotencia de ver como los terroristas se refugiaban en Francia. Afortunadamente, ya pasaron esos tiempos. Ahora la colaboración antiterrorista de Francia es total.
También es presumible pensar que al igual que ocurre en España, los terroristas colombianos cuentan con el respaldo o las simpatías de parte de la población. Esta cuestión es la más desesperante de todas, puesto que es la que permite sobrevivir a las bandas terroristas. Si no tuvieran apoyos la lucha antiterrorista sería sólo policial. Cuando hay base social, no queda más remedio que intentar erradicarla, para eso es fundamental el discurso político con el que se lleva a cabo la acción. Y nuevamente surgen los obstáculos, dado que no faltan quienes con ambigüedad calculada lo que hacen es proporcionar argumentos a los terroristas y sus bases.
De modo que los sucesivos gobiernos colombianos no sólo tienen que trabajar para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, sino que se ven obligados a destinar gran parte de sus recursos a la lucha contra el terror. Esto es una terrible rémora para la nación colombiana. Es un error grave pensar que alguien puede salir beneficiado con la inestabilidad de Colombia.
Las naciones del mundo van tomando consciencia de que la lucha antiterrorista requiere de la colaboración internacional. En el caso de Colombia, la colaboración mínima e indispensable de las naciones limítrofes sería que impidieran que los terroristas de las FARC pudieran cruzar sus fronteras para refugiarse. Lamentablemente, en el último episodio, ocurrido en Ecuador, el presidente de este país en lugar de comenzar congratulándose por el éxito de la operación, se fijó en primer lugar en que se había violado la frontera. Hubiera sido justo si esa violación hubiera tenido como objeto algo que fuera en contra de los intereses ecuatorianos. También cabía la opción de que Correa se disculpara por no haber sabido impedir que los narcos entraran en Ecuador.
El presidente de Colombia no debe esperar ninguna ayuda de Chávez, no tiene ningún motivo para ello.

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