No está conforme Pujol con lo que han votado los catalanes en las recientes elecciones generales. Demuestra, una vez más, que se tiene a sí mismo por un caudillo, que pretende guiar a su pueblo hacia un destino concreto.
Es decir, un demócrata sabe que después de las elecciones no queda más que aceptar el resultado. Un demócrata sabe que el pueblo se equivoca muy a menudo al votar. No puede ser de otro modo, ya que todos los votos valen igual, los de los sabios y los de los ignorantes. Ocurre que hay ninguna garantía de que los sabios miren en beneficio de la colectividad. El CVC, en el que están losa sabios de Valencia, por ejemplo, ha pedido al gobierno valenciano que no acate la sentencia del Tribunal Supremo, que obliga a revertir el Teatro Romano de Sagunto a su estado original. Es decir, sabios interpretan que los políticos que les otorgan sus cargos en el CVC no desean cumplir la sentencia y emiten su dictamen en este sentido, demostrando que miran sin rubor por sus intereses personales. Son evidencias como esta las que demuestran que, sin duda, la democracia es el menos malo de los sistemas políticos.
Cuando un grupo humano está en una situación muy complicada, de la que es muy difícil salir, opta voluntaria y colectivamente por encomendarse al que cree más capacitado de todos.
Cuando es el propio interesado quien se postula como líder o caudillo, para llevar a sus seguidores a algún lugar concreto, suele dar lugar a algo parecido a lo que sucede en el cuadro de Pieter Bruegel (o Brueghel), el Viejo, denominado Parábola de los ciegos, en el que un ciego conduce a otros y todos acaban cayendo por un precipicio. ¿Ha llevado Pujol a los catalanes a un precipicio? De momento, sabe qué es lo que los catalanes “deben votar”. Su esposa tiene sus propias ideas acerca de cuál debe ser el lugar de nacimiento del presidente de la generalidad catalana, qué tipo de apellido debe tener y cuál su acento. Todo apunta a que sus hijos piensan igual.
Es decir, un demócrata sabe que después de las elecciones no queda más que aceptar el resultado. Un demócrata sabe que el pueblo se equivoca muy a menudo al votar. No puede ser de otro modo, ya que todos los votos valen igual, los de los sabios y los de los ignorantes. Ocurre que hay ninguna garantía de que los sabios miren en beneficio de la colectividad. El CVC, en el que están losa sabios de Valencia, por ejemplo, ha pedido al gobierno valenciano que no acate la sentencia del Tribunal Supremo, que obliga a revertir el Teatro Romano de Sagunto a su estado original. Es decir, sabios interpretan que los políticos que les otorgan sus cargos en el CVC no desean cumplir la sentencia y emiten su dictamen en este sentido, demostrando que miran sin rubor por sus intereses personales. Son evidencias como esta las que demuestran que, sin duda, la democracia es el menos malo de los sistemas políticos.
Cuando un grupo humano está en una situación muy complicada, de la que es muy difícil salir, opta voluntaria y colectivamente por encomendarse al que cree más capacitado de todos.
Cuando es el propio interesado quien se postula como líder o caudillo, para llevar a sus seguidores a algún lugar concreto, suele dar lugar a algo parecido a lo que sucede en el cuadro de Pieter Bruegel (o Brueghel), el Viejo, denominado Parábola de los ciegos, en el que un ciego conduce a otros y todos acaban cayendo por un precipicio. ¿Ha llevado Pujol a los catalanes a un precipicio? De momento, sabe qué es lo que los catalanes “deben votar”. Su esposa tiene sus propias ideas acerca de cuál debe ser el lugar de nacimiento del presidente de la generalidad catalana, qué tipo de apellido debe tener y cuál su acento. Todo apunta a que sus hijos piensan igual.
1 comentario:
estimado vicente,tan solo un apunte todos los pueblos del mundo tienen derecho a decidir su futuro,mal que les pese a ustedes,
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