Y es que la lógica no puede llevar a otro sitio. Si la humanidad actuara como debe no moriría tanta gente de hambre, ni hubiera habido ninguna guerra, ni mundial ni local, ni, por supuesto, la gente hubiera construido sus casas en donde no debe. Desgraciadamente, desde el principio de los tiempos, la humanidad se viene comportando con mucha irresponsabilidad y la parte de la humanidad que vive en España no es una excepción. Uno de los principales problemas de España es el del agua y si se ha edificado irresponsablemente y la población se ha repartido por el país bastante caprichosamente, a la hora de poner soluciones el sentido común también brilla por su ausencia.
Si se hubiera actuado con lógica y se hubieran repartido los centros de trabajo por toda España y especialmente en los lugares en que estratégicamente resultaba más conveniente, ese problema no existiría. Pero como existe, hay que optar entre cambiar a la gente de sitio, con sus casas y sus centros de trabajo o se lleva el agua hasta donde hace falta. Todas las maneras de llevar el agua son malas. Cualquier cosa que se haga, pantanos, trasvases, desalinizadoras, atenta contra el medio ambiente, pero peor es no hacer nada.
Puesto que la población es irresponsable y se amontona en ciertos lugares, los políticos deberían ser responsables y ponerse de acuerdo, para dar la mejor solución, que como dice Manuel Toharia consiste en combinarlas todas y utilizar en cada momento la más conveniente.
Lo que justifica la existencia de las naciones es la solidaridad entre sus ciudadanos, lo que significa que cuanto más solidario es alguien, más civismo posee. El egoísmo es disgregador, como deberíamos saber ya a estas alturas. Los partidos políticos españoles no se fían unos de otros y eso hace imposible el pacto sobre el agua. Temen algunos que una vez hecha la infraestructura del trasvase no habrá modo de impedir los abusos. Deberían saber que si los ríos son de todos, en el sentido de que todos debemos cuidarlos y mimarlos, también los mares merecen el cuidado de todos y lo mismo la atmósfera.
Si los ríos llevan agua en exceso de vez en cuando, ¿por qué durante ese tiempo hay que castigar al mar y a la atmósfera con las desalinizadoras?
Si se hubiera actuado con lógica y se hubieran repartido los centros de trabajo por toda España y especialmente en los lugares en que estratégicamente resultaba más conveniente, ese problema no existiría. Pero como existe, hay que optar entre cambiar a la gente de sitio, con sus casas y sus centros de trabajo o se lleva el agua hasta donde hace falta. Todas las maneras de llevar el agua son malas. Cualquier cosa que se haga, pantanos, trasvases, desalinizadoras, atenta contra el medio ambiente, pero peor es no hacer nada.
Puesto que la población es irresponsable y se amontona en ciertos lugares, los políticos deberían ser responsables y ponerse de acuerdo, para dar la mejor solución, que como dice Manuel Toharia consiste en combinarlas todas y utilizar en cada momento la más conveniente.
Lo que justifica la existencia de las naciones es la solidaridad entre sus ciudadanos, lo que significa que cuanto más solidario es alguien, más civismo posee. El egoísmo es disgregador, como deberíamos saber ya a estas alturas. Los partidos políticos españoles no se fían unos de otros y eso hace imposible el pacto sobre el agua. Temen algunos que una vez hecha la infraestructura del trasvase no habrá modo de impedir los abusos. Deberían saber que si los ríos son de todos, en el sentido de que todos debemos cuidarlos y mimarlos, también los mares merecen el cuidado de todos y lo mismo la atmósfera.
Si los ríos llevan agua en exceso de vez en cuando, ¿por qué durante ese tiempo hay que castigar al mar y a la atmósfera con las desalinizadoras?
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