Alguien, que sin duda se cree muy avispado, ha dicho en Estados Unidos que Obama ha llegado hasta donde está porque es negro. Quizá ha llegado a esa conclusión mirando la lista de los presidentes de Estados Unidos. Cuando se trata de desmerecer a alguien todo vale. Lo cierto es que quien ha dicho eso también podía haber caído en la cuenta de que hace falta coraje para pretender convertirse en el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos. Todo lo que haga va a ser observado con lupa, por lo que no va a poder consentirse ningún tipo de relajamiento. Bien mirado, esta circunstancia es una garantía para los estadounidenses. Algo similar podría decirse de Hillary, puesto que en su caso sería también la primera mujer en presidir el gobierno de la primera potencia mundial. Pero en este caso su circunstancia está algo atenuada puesto que ya son varias las mujeres que presiden o han presidido los gobiernos de naciones de primera magnitud en el orden mundial. Hillary no sería vista, pues, con ninguna reticencia.
Las naciones parecen buscar en cada momento el gobierno que necesitan, o que creen que necesitan. Quien ganó unas elecciones quizá no las hubiera ganado veinte años antes o después. El momento actual resulta muy preocupante para el pueblo estadounidense, que ha enterrado montañas de dinero en la invasión de Iraq, país que ha destruido por completo, y además se encuentra inmerso en una gran crisis económica, a la que ha llegado por distintas causas, que a lo mejor se hubieran podido prever y evitar o paliar. A grandes males, grandes remedios, parece decir el país y acaso éste sea el motivo fundamental del ascenso del joven líder negro, o de Hillary. Si el presidente actual fuera de mayor calidad que Bush, puede que ambos candidatos demócratas hubieran tenido las cosas más difíciles. No obstante, nadie puede creerse vencedor antes de hora. Cualquier vicisitud que ocurra en el momento preciso puede hacer cambiar el sentido del voto de muchos. No puede descartarse de antemano la victoria de John McCain, por más que en Europa se desee mayoritariamente el triunfo de Obama.
Las naciones parecen buscar en cada momento el gobierno que necesitan, o que creen que necesitan. Quien ganó unas elecciones quizá no las hubiera ganado veinte años antes o después. El momento actual resulta muy preocupante para el pueblo estadounidense, que ha enterrado montañas de dinero en la invasión de Iraq, país que ha destruido por completo, y además se encuentra inmerso en una gran crisis económica, a la que ha llegado por distintas causas, que a lo mejor se hubieran podido prever y evitar o paliar. A grandes males, grandes remedios, parece decir el país y acaso éste sea el motivo fundamental del ascenso del joven líder negro, o de Hillary. Si el presidente actual fuera de mayor calidad que Bush, puede que ambos candidatos demócratas hubieran tenido las cosas más difíciles. No obstante, nadie puede creerse vencedor antes de hora. Cualquier vicisitud que ocurra en el momento preciso puede hacer cambiar el sentido del voto de muchos. No puede descartarse de antemano la victoria de John McCain, por más que en Europa se desee mayoritariamente el triunfo de Obama.
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