Podría entenderse que el PHN fue producto de una decisión arbitraria del gobierno del PP, sobre todo cuando aquel ministro explicó que se haría por determinados motivos, que no viene al caso especificar, pero que básicamente consistían en que el gobierno haría valer la mayoría absoluta. El vuelco electoral propició que el gobierno socialista pudiera derogarlo, cosa que hizo inmediatamente y por decreto. Lo que hizo, realmente, con la derogación, el gobierno socialista fue demostrar que no tenía ningún deseo de dialogar, por tanto legitimaba en cierto modo la actitud del anterior gobierno de tirar por la calle de en medio para resolver un problema real.
Ahora hay un gran déficit de agua en Cataluña y sus gobernantes se están planteando hacer algún trasvase, puesto que llevar agua desde Almería es muy caro. La ministra Narbona ha dicho que “hay trasvases y trasvases” y que va a estudiar la cuestión. La arbitrariedad siempre por delante.
En España hay un gran problema hídrico, que con el paso del tiempo va a aumentar. El gobierno socialista, unilateralmente, y con un razonamiento similar en el fondo al de aquel ministro popular, se ha dedicado a construir desalinizadoras. No ha hecho ninguna en Cataluña, ni está prevista ninguna, quizá haya alguna razón para ello.
El problema hídrico concierne a todos; merece, por tanto, que sea abordado con toda la seriedad que merece y que se reúnan cuantos más partidos mejor; y que no sólo se reúnan los partidos sino también participen en las discusiones y los acuerdos los gobiernos de las distintas Comunidades Autónomas. Es una cuestión que conviene debatir bien y llegar a soluciones de compromiso entre todos.
La arbitrariedad, como se va viendo, conlleva el enfrentamiento de unas Comunidades Autónomas con otras y el recelo general. Puede que a corto plazo el PSOE saque provecho electoral de todos esos egoísmos que ha desatado, pero a la larga también sufrirá las consecuencias. Claro que para entonces a Zapatero y a Narbona ya les dará igual.
Ahora hay un gran déficit de agua en Cataluña y sus gobernantes se están planteando hacer algún trasvase, puesto que llevar agua desde Almería es muy caro. La ministra Narbona ha dicho que “hay trasvases y trasvases” y que va a estudiar la cuestión. La arbitrariedad siempre por delante.
En España hay un gran problema hídrico, que con el paso del tiempo va a aumentar. El gobierno socialista, unilateralmente, y con un razonamiento similar en el fondo al de aquel ministro popular, se ha dedicado a construir desalinizadoras. No ha hecho ninguna en Cataluña, ni está prevista ninguna, quizá haya alguna razón para ello.
El problema hídrico concierne a todos; merece, por tanto, que sea abordado con toda la seriedad que merece y que se reúnan cuantos más partidos mejor; y que no sólo se reúnan los partidos sino también participen en las discusiones y los acuerdos los gobiernos de las distintas Comunidades Autónomas. Es una cuestión que conviene debatir bien y llegar a soluciones de compromiso entre todos.
La arbitrariedad, como se va viendo, conlleva el enfrentamiento de unas Comunidades Autónomas con otras y el recelo general. Puede que a corto plazo el PSOE saque provecho electoral de todos esos egoísmos que ha desatado, pero a la larga también sufrirá las consecuencias. Claro que para entonces a Zapatero y a Narbona ya les dará igual.
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