viernes, 29 de agosto de 2008

Rabat lamenta el cese de Van Walsum

Y se entiende que sea así, puesto que el papel de Van Walsum ha consistido, por lo que dice él mismo, en intentar que el Frente Polisario acepte la injusticia de ceder a los deseos de Marruecos. Ese, naturalmente, sería el primer paso para la anexión por parte de Marruecos del Sahara.
Resulta cuanto menos curiosa la actitud de la ONU. No está dispuesta a hacer cumplir sus propias resoluciones, si la razón está de parte del más débil y no la puede hacer valer por sí mismo. Cabría entonces preguntarse para qué sirve la ONU. Porque las naciones más poderosas no necesitan que nadie les dé la razón. Ya saben ellas defenderse. Y si quien tiene la razón, en este caso el pueblo saharaui, como reconoce el propio Van Walsum, ha de renunciar a ella y ceder en sus derechos, da como resultado la inutilidad del citado organismo. Entre todos los ciudadanos del mundo hemos pagado la misión infame de un enviado especial de la ONU.
El Frente Polisario, como no podía ser menos, se alegra del cese de Peter Van Walsum. Resulta muy fácil adivinar lo enojoso que debe haber resultado a los saharauis tener que atender a quien venía a convencerles para que hicieran algo similar a meter la cabeza voluntariamente en la guillotina. La ONU, que tan artero se ha mostrado con los saharauis, con lo que ha quedado claro que no está a su favor, siempre ha tenido que reconocer que tiene la razón. Es evidente entonces, que su única posibilidad se basa en su capacidad de resistencia, dado que no pueden contar ni con el gobierno español, francés, estadounidense o de ningún otro lugar.
El mundo de los intereses, de todo tipo, prevalece sobre el de la razón. La dignidad de los saharauis, tan digna de encomio, tan ejemplar y digna de agradecimiento por esto último, pasa inadvertida en estos tiempos, tan de sal gorda, tan de gestos grandilocuentes como vacíos de contenido.

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