Conviene recordar que María José Carrascosa es la española que está presa en una cárcel de Nueva Jersey, desde noviembre de 2006, por negarse a entregarle a Peter Innes, su ex marido, a su hija. Me causa verdadera extrañeza leer en algunos foros que lo que debe hacer María José es obedecer al juez estadounidense. Sin duda que ésta es una visión superficial y nada humanitaria. Como si una hija fuera igual que una mesa.
Con respecto a este asunto conviene recordar también que un grupo de diputados valencianos, representando a varios partidos, se desplazó a Nueva Jersey, para visitar a la presa y la prensa dio noticia de que había contratado un abogado. En la actualidad, todo apunta a que ni el viaje ni el abogado han servido para nada. Al ciudadano le queda la sospecha de que si realmente hubieran querido ayudar a María José, hubieran intentado medidas más efectivas.
La prensa valenciana ha dado hoy la noticia de que el caso ha llegado al Supremo de EE.UU. Sería bueno que los jueces de Estados Unidos hicieran examinar la salud mental de Peter Innes. Para quien se pare a pensar, durante tan sólo dos minutos, en la situación resultará inconcebible la falta de empatía que demuestra el demandante hacia su ex esposa y su hija. No hay ningún indicio de que le importe lo más mínimo el sufrimiento de ambas.
A nadie se le puede escapar que es muy probable su hija lo considere un monstruo de maldad, a la vista de que mantiene a su madre en la cárcel. Resulta difícil comprender que alguien que desee tener a su hija consigo se haga odiar de tal modo por ella. Es evidente que no le importan los sentimientos, lo único que le interesa es conseguir sus propósitos. Desea que su hija esté con él, pero no porque la ame, sino por vencer a María José Carrascosa. Cobra sentido entonces la idea de que ésta es una heroína que se sacrifica por su hija, puesto que sabe de primera mano la pasta de que está hecho Peter Innes.
Con respecto a este asunto conviene recordar también que un grupo de diputados valencianos, representando a varios partidos, se desplazó a Nueva Jersey, para visitar a la presa y la prensa dio noticia de que había contratado un abogado. En la actualidad, todo apunta a que ni el viaje ni el abogado han servido para nada. Al ciudadano le queda la sospecha de que si realmente hubieran querido ayudar a María José, hubieran intentado medidas más efectivas.
La prensa valenciana ha dado hoy la noticia de que el caso ha llegado al Supremo de EE.UU. Sería bueno que los jueces de Estados Unidos hicieran examinar la salud mental de Peter Innes. Para quien se pare a pensar, durante tan sólo dos minutos, en la situación resultará inconcebible la falta de empatía que demuestra el demandante hacia su ex esposa y su hija. No hay ningún indicio de que le importe lo más mínimo el sufrimiento de ambas.
A nadie se le puede escapar que es muy probable su hija lo considere un monstruo de maldad, a la vista de que mantiene a su madre en la cárcel. Resulta difícil comprender que alguien que desee tener a su hija consigo se haga odiar de tal modo por ella. Es evidente que no le importan los sentimientos, lo único que le interesa es conseguir sus propósitos. Desea que su hija esté con él, pero no porque la ame, sino por vencer a María José Carrascosa. Cobra sentido entonces la idea de que ésta es una heroína que se sacrifica por su hija, puesto que sabe de primera mano la pasta de que está hecho Peter Innes.
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