lunes, 18 de agosto de 2008

Los reduccionistas

Existe una serie de individuos que con el fin de poder asimilar aquello que les supera, o puede generarles algún tipo de contratiempo o trabajo extra, tienden a encerrarlo en unos límites proporcionales a su propia talla, o a su amor por la justicia. Baste recordar a todos aquellos que se cruzaban con Don Quijote y que optaban por embromarlo o por cualquier otra cosa. Todo, menos darse cuenta de la grandeza de su alma, cosa que, por otra parte, no puede captar quien se recrea en lo bajo.
Un reduccionista suele definir al prójimo con muy pocas palabras y puede darse el caso de que esas palabras sean acertadas, pero eso no significa que ahí se tenga que acabar todo. Es posible que esa persona tenga más cosas dignas de atención. Este afán reduccionista también puede coartar a quien se vea rodeado de gente así. Puede llevarle a disimular, a renunciar a cosas que están a su alcance. Es una posibilidad que aquellos reacios a reconocer los méritos ajenos deberían considerar.
Pero este afán reduccionista no se circunscribe a la gente de poco espíritu. Personajes supuestamente más elevados también caen en lo mismo. Francisco Rodríguez Adrados, en un artículo titulado “
El gobierno y la lengua española”, ha escrito lo siguiente: Y hay las guerras entre las lenguas minoritarias. Por ejemplo, para los catalanistas el valenciano es catalán. Sí, claro, en el origen, pero no hoy socialmente, lean nuestro Diccionario. Parece claro que su intención no es la de defender al valenciano sino criticar a los catalanistas. Y para corroborarlo, va uno entonces al diccionario y esto es lo que lee: 5. m. Variedad del catalán, que se usa en gran parte del antiguo reino de Valencia y se siente allí comúnmente como lengua propia.
Y con eso se tienen por satisfechos tanto Rodríguez Adrados como la RAE. Olvidan que esa lengua que los valencianos sentimos como propia dio como resultado el primer Siglo de Oro español, y eso ya es algo más. Y que durante cientos de años los valencianos hemos llamado valenciano a nuestro idioma. ¿Por qué hemos de cambiar ahora? ¿Qué ganamos con ello?
'La elegancia del erizo'
'El gran libro de los insultos'
'Hablar con corrección'
'El interior del bosque'

1 comentario:

Marta Salazar dijo...

acerca de la personalidad del reduccionistas que describes tan acertadamente en este post, me parece que se asemeja mucho a lo que yo llamaría el monocausalista, saludos Vicente!