jueves, 13 de agosto de 2009

El aborto y la objeción de conciencia

En un ensayo sobre el aborto, en el que se declara favorable a su legalización y a que la capacidad para decidir recaiga por completo en la mujer, Natalia Ginzburg dice textualmente ‘Abortar es matar. El derecho a abortar debe ser el único derecho a matar que la gente debe pedir a la ley.’ Nada que ver con lo expuesto por Bibiana Aído: ‘Un feto no es un ser humano. Eso no tiene base científica.’
Hoy en día hay anticonceptivos de todo tipo y mucha más información sexual que en tiempos pasados, de modo que no debería llegarse al extremo de tener que abortar. Pero si se llega a este punto, todavía queda la posibilidad de dar en adopción al hijo que está en camino, sin que él hubiera pedido que lo concibieran. ¿Por qué negarle el derecho a vivir una vez que se ha materializado esta posibilidad de vida? Si la futura madre se sabe sin fuerzas para llevar a cabo el esfuerzo que requiere criar un hijo, no necesita negarle la posibilidad de que intente vivir con otras personas. Sin olvidar que también puede darse un ‘acontecimiento planetario’ y el bebé en cuestión resulte ser alguien admirable que salve a la humanidad de la catástrofe hacia la que nos dirigimos.
Dadas así las cosas, es una imposición intolerable que se obligue a los médicos que no quieran hacerlo a practicar abortos. Si cabía la objeción de conciencia para no hacer el servicio militar, mucho más sentido tiene que se acoja a ella un médico en el caso del aborto. Es posible que las feministas furibundas no estén conformes con esto. Sin embargo, yo admiro a las feministas de los primeros tiempos, aquéllas que corrían riesgos y padecían incomodidades por serlo. Hoy, el riesgo lo corren esos médicos que se oponen al poder.

1 comentario:

Mª Jesús Díaz, mamá de Chusi dijo...

Vicente, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, no solo por el razonamiento puramente lógico de la exposición, sino porque como madre (creo que por esta circunstancia sobre todo)es dramático que en este mundo en que vivimos, el supuestamente desarrollado mundo en que vivimos, a las criaturas inocentes no se las respete como personas, por sí mismas como alguien irrepetible, y como contribución a la familia de la Humanidad.