Poco tiempo parece quedarle al régimen de Gadafi. Más difícil está resultando encontrarle a él. Pero ya llevaba en el cargo desde 1969 y jamás ha sido un pedazo de pan. La excusa para atacarle precisamente ahora y no antes ha sido el modo con el que ha intentado reprimir las revueltas de su país. Pero si estas revueltas no se han producido antes es por algo.
Y a lo mejor, también hay algún motivo por el que se han producido ahora. Veremos si los rebeldes, cuando tomen el poder, son mejores que Gadafi y sobre todo veremos como encaminan los negocios del gas y el petróleo y si son las ciertas las sospechas de que va a salir favorecida Francia y perjudicadas Italia y España.
A Gadafi se le ha atacado sin pedirle permiso a Chávez, como éste hubiera querido. Chávez tiene enemigos por todas partes, se ha encontrado, inesperadamente, con otro, y aprovecha cualquier resquicio para reforzar la malla con la que se defiende. Chávez ofreció asilo a Gadafi, pero el dictador libio no quiere depender de nadie, no sabría vivir sin tener en sus manos la máquina de hacer mal. Eso de contemplar como espectador los desmanes de Chávez le hubiera llenado de envidia.
Hay otros dictadores en el mundo, tan despóticos y sanguinarios como Gadafi. Dos de ellos son muy nocivos para los intereses españoles, concretamente, los de Marruecos y Guinea Ecuatorial. Lo que ocurre es que con esos dictadores hace muy buenos negocios Francia. Y ese es el contrasentido del mundo occidental, ese modo de dictadores son buenos y cuales son los malos. Ese fallo tan evidente y asqueroso hace que las peroratas de los bravucones como Chávez (y sin embargo tan temeroso ante la muerte) puedan ser creídas por millones de personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario