En el diario Levante-EMV le han hecho una entrevista a un fulano llamado Toni Soler, que se conoce que tiene algo que ver con la televisión, pero como yo no veo ninguna desde hace años (si la tengo encendida delante de mí, cosa que puede suceder, no la atiendo), pues no sé quien es. O no lo sabía, porque me acabo de enterar.
Una de las preguntas se refiere a los anacronismos, y entre unos cuantos que le llaman la atención, el sujeto se refiere a la obcecación de los valencianos por decir que no hablan catalán. ¿Somos más obcecados los valencianos que los catalanes?, pregunto yo, en el caso de que se pueda medir el grado de obcecación. ¿Es obcecación que los catalanes se gasten ingentes cantidades de dinero de sus impuestos en promover el catalán en la Comunidad Valenciana? ¿Son liberales los catalanes para unas cosas y dogmáticos para otras? ¿Hasta qué punto necesitan los dogmas los catalanes? ¿Por qué les hace tanta gracia Joan Fuster? ¿Por qué no les gusta la biografía de Felipe V que escribió Henry Kamen? ¿Qué importancia tiene para Toni Soler el idioma que hablamos los valencianos? ¿Cuántas veces al día piensa en eso?
Pero esta obcecación del tal Toni Soler debería ser motivo para la reflexión entre los propios valencianos. ¿Por qué si los valencianos nos obcecamos en decir que no hablamos catalán el gobierno valenciano obliga a los niños valencianos a estudiar en catalán? ¿Qué idiomas quieren los contribuyentes valencianos que se den en los colegios? ¿Se tiene en cuenta la opinión de los valencianos? Otra cuestión candente es: si los valencianos negamos con obcecación que hablamos catalán, por qué hemos de pagar con nuestros impuestos la fenicia Academia Valenciana de la Lengua? ¿No sería más adecuado gastar ese dinero en la Sanidad?
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